¡Pertenecéis a Odín!», clamó un grito de guerra en cientos de gargantas en la batalla de Fyrisvollene, en el sur de Suecia, a finales del siglo X. Un grito que refleja bien el espíritu de los vikingos, guerreros paganos que durante más de dos siglos conmocionaron a la Europa cristiana. Fieles de Odín, se consideraban parte de su comitiva, por lo que la muerte en el campo de batalla no era algo que hubieran de temer: el Valhalla esperaba. Y si bien hacia el final de la era vikinga los cansados dioses nórdicos fueron sustituidos por la palabra de Cristo, el furor en el combate y una ética que privilegiaba el honor de morir en batalla no marcharon con ellos. Kim Hjardar, autor de Vikingos en guerra, obra ya de referencia, repasa en su nuevo libro cómo la incesante búsqueda de gloria y botín que llevó a los vikingos desde Escandinavia hasta el Mediterráneo, y desde Irlanda hasta el mar Caspio, desató innumerables conflictos, que aquí destila en las más destacadas batallas de la era vikinga: los salvajes choques por tronos y reinos en Suecia o Noruega, los durísimos ataques contra ciudades francas como París o Nantes, las incursiones que hicieron tambalearse a los reinos anglosajones, el increíble asalto contra Constantinopla, Miklagard, «la ciudad luminosa», o la batalla de Tablada, cuando los hombres de norte mordieron el polvo en al-Ándalus…
Ulises, el hombre de ingenio y mente deslumbrante; Alejandro Magno, cuyo sueño de un imperio mundial no se hizo realidad, pero que nos dejó un magnífico legado de civilización, tecnología y arte; la batalla de Teutoburgo, la gran derrota de Roma, muestra del horror de la guerra y la violencia, y también algunas de las páginas más sobresalientes de la contemporaneidad, como las guerras mundiales del siglo xx, en las que la Historia, como una verdadera magistra vitae, se repite y se revisita a sí misma. Si hay alguien que ha vivido muchas vidas en el espacio de una sola, sin miedo a viajar y a husmear en todos los pliegues del mundo, ése es Manfredi.
La muerte de Alejandro Magno en extrañas circunstancias provocó un terremoto tan grande como el imperio que había levantado con solo 32 años, de Grecia a la India. El legado del conquistador marcó el devenir histórico y la identidad de una gran cantidad de pueblos de Asia y del mundo helenístico, pero lo que causó en primer lugar su desaparición fue un charco interminable de sangre. Sus hijos y sus familiares directos fueron las primeras víctimas de una lucha de poder que traspasó mares y continentes. Luego les tocó el turno de hablar a las falanges en lo que fue la edad de oro de este tipo de guerreros.
El Peloponeso, Egipto, Gaza, Babilonia fueron algunos de los escenarios de las llamadas guerras de los Diádocos, una serie de conflictos donde los generales de Alejandro, entre ellos Ptolomeo, Antígono y Seleuco, se batieron por conseguir el mejor trozo del imperio. Denis Ztoupas, la voz y la cabeza detrás del canal de YouTube Forgotten Heroes, narra este salvaje juego de tronos con su habitual rigor y espectacularidad.
Una exploración por el Reino Medio egipcio como una era dorada de arte, historia y literatura, destacando la fortaleza de la XII Dinastía y la admiración que despertó en autores griegos clásicos. Las investigaciones arqueológicas recientes revelan su esplendor y riqueza cultural.
El impacto que las ruinas monumentales de la antigua Roma tienen hoy sobre el visitante no pude ser sino pálido reflejo de lo que sintieron aquellos que las conocieron en su esplendor. ¿Cómo no sentirse deslumbrado, apabullado, insignificante, ante el Coliseo? ¿Cómo no sentirse parte de algo enorme, todopoderoso y eterno, de un imperium sine fine, al visitar los templos del Capitolio o pasar bajo un arco que celebraba victorias conseguidas donde acababa el mundo? ¿Cómo no pensar que el emperador era casi un dios cuando el sol sacaba destellos al coloso de Nerón o cuando disfrutabas de la munificencia de Caracalla en unas suntuosas termas? En Roma, como también actualmente, la arquitectura y el ordenamiento urbano no son inocentes, y este libro muestra el impacto que los edificios y programas edilicios tuvieron sobre la conciencia pública de los romanos, sobre su propia imagen y percepción, y sobre las relaciones entre emperador y súbditos.
Cartago, Numancia. Dos ciudades, dos nombres, que despertaban pesadillas en los romanos del siglo II a. C., recordando los aciagos días en que Aníbal puso contra las cuerdas a sus abuelos y el rosario de derrotas que los celtíberos habían infligido a las legiones en Hispania. Fue Publio Cornelio Escipión Emiliano quien, de una vez por todas, exorcizó esos miedos: Cartago fue arrasada hasta los cimientos, después de un atroz asedio, y Numancia claudicó, su orgullo doblegado ante la tenacidad implacable de un hombre decidido a hacer honor a su estirpe. Porque Escipión Emiliano perteneció a la más laureada aristocracia romana, hijo del Emilio Paulo que conquistó Macedonia y nieto por adopción del primer Africano, el vencedor de Zama. Escipión Emiliano estuvo a su altura, siendo dos veces cónsul y censor, y ganando en el campo de batalla los dos apodos por los que pasó a la posteridad: Africano y Numantino.
A principios del siglo XX, en Turín, el abogado Edmondo Ferro trabaja con desgana en el prestigioso bufete de su familia, aunque a lo que le gustaría dedicarse en realidad es a la lectura de novelas. Mientras tanto, en los salones de la alta burguesía de la ciudad, que se ve obligado a frecuentar, la nueva moda son unas médiums a las que se trata como a divas, y que a menudo van acompañadas de fotógrafos que afirman ser capaces de inmortalizar a los espíritus del más allá.
Al mismo tiempo, en los campos de los alrededores, muchas personas deciden emigrar; es el caso de Pia, una humilde chica a la que un fotógrafo convence, con la promesa de que así podrá ayudar a su familia, de que se embarque rumbo a Argentina, junto con otras jóvenes campesinas, con la ilusión de reunirse allí con un prometido al que nunca ha visto y al que nunca verá.
La especulación amenaza el futuro del país, pero aún estamos a tiempo de cambiarlo
Vivir en nuestras ciudades es como jugar una partida amañada de Monopoly: unos pocos acumulan propiedades mientras la mayoría lucha por no quedarse fuera. ¿El resultado? Una sociedad cada vez más desigual, donde heredar o no puede definir tu destino.
En este ensayo breve, ágil y respaldado por años de investigación, Jaime Palomera desmonta uno a uno los mitos que rodean al mercado de la vivienda. A partir de casos de éxito como Viena o Singapur, demuestra por qué los precios no van a dejar de subir y cómo solo cambios estructurales evitarán que barrios y pueblos se conviertan en cotos privados al servicio de unos pocos privilegiados.
Un libro que no solo desentraña las raíces de una crisis que afecta a millones de personas, sino que también explica cómo el mercado sí está intervenido, pero en favor del rentismo. Una llamada a la acción, a repensar las políticas actuales y a devolver a la vivienda su condición de derecho fundamental.
La primera vez que Manuela Carmena apareció en televisión en 1981 todavía era una desconocida abogada que acababa de convertirse en jueza. Más de treinta años después, era la alcaldesa de Madrid. Aquella entrevista, donde dibujó una justicia más humana y accesible, fue el preludio de una vida dedicada a desafiar lo establecido.
Desde sus primeros pasos como abogada en un despacho laboralista durante la Transición hasta su marcha de la política en 2019, Carmena repasa con honestidad los momentos más importantes de su vida con la sencillez de quien no necesita adornar su mensaje.
Su firme batalla contra la corrupción —a veces protagonizada por sus propios compañeros del juzgado— o su esfuerzo por acercar la justicia a quienes más la necesitaban son algunas de las historias que vertebran estas memorias. Un testimonio que invita a reflexionar sobre el pasado y a soñar con un futuro en el que las instituciones estén verdaderamente al servicio de las personas.
Lo llamamos populismo y eso hace que suene bien, al menos para quienes no recuerdan el pasado. ¿Por qué no habría de prevalecer la voluntaddel pueblo sobre todo lo demás No cabe duda de que el resultado de una votación es la volonté générale, dijo Rousseau, creyendo haberresuelto de esta manera el problema de la no-libertad en un colectivo. Sin duda, el populismo es algo Bueno y General, ¿no Puede que así loparezca, hasta que de pronto se nos agolpan en la cabeza vagosrecuerdos de Huey Long, Juan Perón y Benito Mussolini. En sumaravilloso libro, Jeffrey Tucker llama al populismo de derechas porsu nombre, es decir, fascismo, o, en su versión alemana, nacionalsocialismo: nazismo. Por supuesto, el término fascismo está corrompido por el uso promiscuo que ha hecho de él la izquierda, y también losnihilistas Antifa que apedrearon e insultaron en Berkeley a la policía y a quienes se manifestaban pacíficamente tras la última delpresidente Trump. Tucker rescata la palabra fascismo para usarla en el contexto actual. Y es justamente el término que necesitamos, conurgencia.