La historia de Lorenzo no es solo la biografía del hombre que ayudó a Primo Levi: es el relato de una humanidad deshumanizada en la que es necesario hacer una elección moral.
En Si esto es un hombre, Primo Levi escribió: «Creo que es a Lorenzo a quien debo estar vivo hoy». Pero, ¿quién era Lorenzo? Lorenzo Perrone, que así se llamaba, es la pieza del puzzle de la biografía de Primo que nos faltaba por conocer: un albañil piamontés que vivía frente a la valla de Auschwitz III-Monowitz. Un hombre pobre, casi analfabeto que durante seis meses llevó a Levi un plato de sopa cada día para ayudarle a compensar su desnutrición en el Lager. Y no se limitó a ayudarle en sus necesidades más concretas: fue mucho más allá, arriesgando incluso su vida para permitirle comunicarse con su familia. Cuidó de su joven amigo como sólo un padre podría haberlo hecho. La suya fue una amistad extraordinaria que, nacida en el infierno, sobrevivió a la guerra y continuó en Italia hasta la agónica muerte de Lorenzo en 1952, doblegado por el alcohol y la tuberculosis. Primo nunca le olvidó: hablaba a menudo de él y puso a sus hijos nombres en recuerdo de su amigo. Este libro es la biografía de una de una de esas personas que viven sin dejar, aparentemente, huella ni recuerdo de sí mismas. Pero que, bien mirado, son la verdadera piedra angular de la humanidad.
En esta recopilación de viñetas publicadas en The Guardian entre 2002 y 2005, Posy Simmonds afila su pluma y su ingenio para hacer un retrato despiadado del mundillo literario. Con su extraordinario don para observar y parodiar, repasa con humor los rasgos característicos de quienes hacen de la literatura su forma de vida. Escritoras que sufren de «bloqueo rural» cuando se mudan al campo y entonces se dedican a teclear sus fantasías sexuales en un ordenador portátil, haciendo malabares con los dilemas del feminismo y la maternidad; autores que padecen de «egotitis aguda» cuando entran en contacto con su público durante las firmas de ejemplares, se quejan de los críticos y deploran tener que «pasar por el aro de los medios»; pequeños libreros que luchan por sobrevivir y que deben lidiar con clientes recalcitrantes y comerciales que intentan colocarles el último libro de una gran celebridad: nadie se libra de recibir su merecido... con cariño, eso sí.
El mundo explicado a partir de la luz de una bombilla.
La humanidad se enfrenta a la titánica tarea de conseguir un sistema energético que cubra sus necesidades, que sea sostenible, respetuoso con el medio ambiente y la salud de las personas, y que al mismo tiempo sea asequible para tener un alcance universal. No existen soluciones mágicas en ingeniería, sino soluciones de compromiso en las que se analizan las ventajas e inconvenientes de cada una y se busca un equilibrio.
Geoestrategia de la bombilla se adentra en la ciencia de la energía, en las tecnologías presentes y futuras, en cómo la extracción de minerales, el procesamiento, la generación y la distribución alteran el orden mundial, hacen crecer a países, hunden a otros, desatan conflictos bélicos o cierran fronteras. Un viaje que va desde los minerales bajo nuestro suelo hasta proyectos nucleares propios de la ciencia ficción, que nos explica la historia y la política de la energía desde una perspectiva distinta, que pretende concienciarnos de las contradicciones del mundo en que vivimos y que finalmente propone soluciones realistas basadas en la ciencia.
Un viaje alrededor del mundo tras los pasos del creador de Corto Maltés.
«Más de veinte años después de la muerte de Hugo Pratt, ni su máximo héroe ni su obra han envejecido un ápice, las aventuras de Corto Maltés continúan desafiando el tiempo».
Le Monde
«Cuando quiero relajarme leo a Engels, cuando quiero algo serio leo a Corto Maltés».
Umberto Eco
Esta es una biografía de aventuras, la celebración de ese mundo sin fronteras que fue la vida y la obra de Hugo Pratt, un particularísimo y seductor universo que se burla de la distinción entre la cultura noble y la popular, en el que conviven con naturalidad las civilizaciones del pasado y las del presente, la utopía y el pragmatismo, la acción y el desapego, la bufonería y la melancolía, el comportamiento caballeresco y la codicia, el amor y las ganas de escapar de él... Siempre a través de un dibujo que parece negarse a elegir entre la abstracción y lo figurativo, mediante la audacia de los encuadres, de las elipsis y de una dimensión poética que lo han convertido, como el propio Pratt proclamaba, en auténtica «literatura dibujada».
Entre 1836 y 1840 (los años de la primera guerra carlista, la desamortización y la primera regencia), George Borrow viajó por cuenta de la Sociedad Bíblica británica con el objeto de difundir el Nuevo Testamento en una edición sin comentarios y accesible para todos. La vocación apostólica de «Don Jorgito el inglés» (por ese nombre era conocido en Madrid) le permitió recorrer media España y ser protagonista o testigo de múltiples incidentes -encuentros con bandidos, arrestos y detenciones, conspiraciones de gitanos (ocupados de los misteriosos «asuntos de Egipto»), amenazas de muerte- cuyo recuerdo vertió, a su vuelta a Inglaterra, en "La Biblia en España", libro que alcanzó de inmediato gran éxito y difusión. Manuel Azaña, traductor y prologuista en 1921 de la edición española, señala el novelesco interés de muchas aventuras, que parecen propias de un libro picaresco, pero por encima de todo destaca su carácter de obra de arte, de creación, que lo sitúa entre los mejores libros de su género.
La impostura moral define nuestra época. No pasa un segundo sin que veamos en nuestras pantallas a alguien (un político, un periodista, un influencer, un ser anónimo) exhibiendo sus cualidades personales o criticando las de otros. Y para ello vale cualquier artimaña: su propio cuerpo, su alimentación, sus causas benéficas, sus mascotas, sus hijos o sus mayores.
La máscara moral. Por qué la impostura se ha convertido en un valor de mercado trata de explicar cómo el neoliberalismo y la masificación de las nuevas tecnologías han redefinido nuestra forma de relacionarnos basándose en el control moral del otro, han esterilizado nuestra cultura y han trastocado la función evolutiva de la moral: desde la cohesión grupal hasta la actual exhibición individualista e hipócrita en un teatro con miles de máscaras donde todos los personajes quieren ser el protagonista.