Albert Einstein es uno de los científicos más importantes de la historia y un icono del siglo XX. ¿Cómo funcionaba su mente? ¿Qué le hizo un genio? ¿Cómo era el ser humano detrás del personaje público? En la primera biografía completa de Albert Einstein escrita con acceso a todos sus archivos, Walter Isaacson logra un extraordinario retrato del personaje y de su época y un fascinante relato de su vida.
A partir de la correspondencia privada de Einstein, Isaacson cuenta cómo un funcionario de patentes imaginativo e impertinente (un mal padre con un matrimonio complicado, incapaz de conseguir un empleo en la universidad ni un doctorado) fue capaz de desvelar los secretos del cosmos y comprender los misterios del átomo y del universo. Su creatividad estaba ligada a su rebeldía, y su éxito se basó en cuestionar las verdades aceptadas y en asombrarse ante cuestiones que otros consideraban mundanas. Así llegó a una moral y unas ideas políticas que pasaban por el respeto a las mentes libres, los espíritus libres y los individuos libres. Su fascinante historia demuestra la relación entre creatividad y libertad.
Durante siglos, las artes marciales se han asociado en Asia con las tradiciones de sabiduría y las corrientes esotéricas. Los clásicos militares y estratégicos de la antigua China denotan una evidente influencia taoísta, mientras que el código guerrero japonés, el Bushi-do o camino del samurai, le debe mucho al Zen. El alma del samurai es una exquisita compilación de tres clásicos del Bushido Zen: "Artes marciales: El libro de las tradiciones familiares" de Yagyu Munenori, "La inescrutable sutileza de la sabiduría inmutable" de Takuan Soho y "La espada sin rival", del mismo autor. Thomas Cleary, uno de los principales intérpretes de la cultura japonesa, presenta una traducción moderna y asequible al gran público, al mismo tiempo que ofrece explicaciones amenas y muy instructivas acerca de los simbolismos de la enseñanza Zen, del arte de la esgrima o de sus aplicaciones prácticas en nuestra sociedad contemporánea.
Byung-Chul Han reflexiona en este ensayo sobre la crisis temporal contemporánea. Según el autor, no estamos ante una aceleración del tiempo, sino ante la atomización y dispersión temporal -a la que llama disincronía-. En la disincronía, cada instante es igual al otro y no existe ni un ritmo ni un rumbo que dé sentido y significación a la vida. El tiempo se escapa porque nada concluye, y todo, incluido uno mismo, se experimenta como efímero y fugaz. En consecuencia, la muerte es un instante más, un final a destiempo. Esto invalida la vivencia de la muerte, en Nietzsche y Heidegger por ejemplo, como consumación de una unidad con sentido. El presente libro sigue el rastro, histórica y sistemáticamente, de las causas y síntomas de esta disincronía. Pero también reflexiona sobre la posibilidad de una recuperación. El final del tiempo como duración narrativa no tiene por qué traer consigo un vacío temporal. Al contrario, da lugar a la posibilidad de una vida que no necesita de la teología ni la teleología, y que a pesar de ello tiene su propio aroma. Pero para ello es necesario un cambio. En palabras de Byung-Chul Han, «la crisis temporal solo se superará en el momento en que la vita activa, en plena crisis, acoja de nuevo la vita contemplativa en su seno.»