Espacios mágicos y rituales, laboratorios de la cultura y de la tecnica, los pasajes permiten pensar el gran texto urbano desde sus notas a pie de página. En Barcelona hay cerca de cuatrocientos. Algunos son caminos que conducen a un pasado rural; otros, pasadizos proletarios o callejones de chabolas que hablan de la metrópolis fabril y del franquismo; los más famosos tienen forma de intersecciones ajardinadas y de galerías burguesas del siglo XIX; los más recientes están en polígonos industriales o acogen casas con piscina y restaurantes para turistas.
El prestigioso historiador Marcus Rediker arroja luz sobre los rincones más oscuros de los barcos esclavistas británicos y estadounidenses del siglo XVIII, instrumento imprescindible de la mayor migración forzada de la historia y una de las claves de los orígenes y el crecimiento del capitalismo global. Basándose en treinta años de investigación en archivos marítimos, registros judiciales, diarios y relatos de primera mano, reconstruye con escalofriante detalle un mundo casi perdido en la historia: las «cárceles flotantes» al frente del nacimiento de la cultura afroamericana, el eslabón perdido en la cadena de la esclavitud estadounidense. Durante tres siglos, los barcos de esclavos transportaron a millones de personas desde las costas de África hasta las Américas a través del Atlántico. Se sabe mucho sobre el comercio de esclavos o el sistema de plantaciones estadounidense, pero poco sobre los barcos que lo hicieron posible. Rediker recrea el drama humano que se desarrollaba en estas embarcaciones, las vidas, muertes y terrores de capitanes, marineros y esclavos a bordo de una «prisión flotante» rodeada de tiburones. Desde un joven africano secuestrado de su aldea y vendido como esclavo por una tribu vecina hasta un aspirante a sacerdote que acepta un trabajo como marinero en un barco de esclavos, aquí se narra una historia de tragedia y terror, pero también de resiliencia y supervivencia. Un documento imprescindible que restaura el barco de esclavos a su lugar legítimo junto a la plantación como instituciones formadoras de la esclavitud, un retrato vívido e inolvidable del barco fantasma de nuestra conciencia moderna.
Francisco Fuster aborda en este ensayo el proceso de creación, el contexto de recepción y de difusión de El árbol de la ciencia. En cierto sentido, esta novela de Pío Baroja es un episodio nacional: las vicisitudes de un individuo concreto, Andrés Hurtado, los ataques que sufre, los desencantos que padece, ejemplifican y compendian los que sus compatriotas sufren y provocan con su acción o su inacción. El narrador deplora las anomalías clásicas de España, los desajustes que va a ir diagnosticando: la desidia, el abandono, la fuerza bruta, el cinismo. Y lo hace parafraseando a Hurtado, reproduciendo sus sentimientos y sus pensamientos.