A lo largo de la historia, el pasado ha sido utilizado —y (re)escrito— como arma política para justificar toda una serie de discursos ideológicos que manipulan y resignifican nuestros espacios: hablamos de las evidencias físicas, desde los monumentos conmemorativos hasta los vestigios que podemos rastrear en las ciudades a través de su arquitectura y urbanismo. Estos demuestran la existencia no solo de acontecimientos del pasado, sino de formas de pensar, valores que han desaparecido o movimientos sociales que dejaron su huella en el espacio público y que se filtran gota a gota en el presente.
Cuando nuestras ciudades se remodelan en base a fantasías sobre lo que ocurrió, cuando los monumentos mienten sobre quién merece nuestro reconocimiento, o cuando directamente se destruyen, el registro histórico está siendo adulterado. Del mismo modo, cuando se nos dice que ciertos estilos arquitectónicos son ajenos a nuestras ciudades, cuando las decisiones que se toman sobre nuestro entorno no tienen ningún tipo de fundamento histórico, o cuando se privatiza el espacio público, estamos siendo manipulados. ¿Qué nos queda si ya no podemos confiar en el mundo tangible que nos rodea para decirnos la verdad?
¿Cómo estamos atendiendo las necesidades por altas capacidades intelectuales? ¿Qué intervenciones educativas están disponibles para los profesionales y las familias? ¿Cómo pueden los diferentes especialistas científicos de institutos, colegios y universidades contribuir al aprendizaje y al desarrollo de su alumnado más talentoso? Asumidos y extendidos los nuevos modelos conceptuales y la detección y el diagnóstico del talento, ya no se debería retrasar más el enriquecimiento de las mentes multidimensionales de los chicos y chicas más brillantes, sea cual sea su rendimiento escolar o su excepcionalidad. Todos los profesionales de la Escuela, de los gabinetes psicoeducativos y de las diferentes entidades o asociaciones especializadas deberían trabajar por el bienestar académico, emocional, social y vocacional de este alumnado. De ese compromiso nace esta guía en la que se han unido orientadores y docentes de los equipos especializados en alta capacidad de la administración, profesorado de enseñanzas medias, reconocidos investigadores internacionales, psicólogas educativas que trabajan en este ámbito y especialistas en química, artes visuales, ingeniería, ecología, derecho, computación, idiomas, comunicación, medio ambiente, arqueología, psicología, música o neurociencia.
En "Mercaderes y banqueros de la Edad Media", el gran historiador francés Jacques Le Goff estudia una de las figuras más características y atractivas de la Cristiandad medieval, mostrándonos la actividad del mercader-banquero del Occidente europeo entre los siglos xi y xv, desde su trabajo en el mercado hasta sus relaciones sociales, sus ideas políticas, creencias religiosas y gustos artísticos. En este ejercicio modélico de la «nueva historia» --cuyo objetivo es integrar lo individual con lo colectivo, lo político con lo social, económico y cultural, en pos del ideal de una «historia total»-, y al reclamar el «derecho a la historia» de los mercaderes y banqueros medievales, Le Goff reivindica una imagen distinta de la Edad Media occidental, no sólo hecha de campesinos, monjes y caballeros, sino también de otros personajes, precursores indiscutibles de la modernidad.