Esta obra arranca con el final del libro La última bala. El mismo protagonista, el personaje novelado Richard Corbin, da vida al alter ego que utiliza el autor, una vez más, para narrar situaciones que no se pueden contar actualmente, y tal vez nunca.
Los hechos y personajes que se desgranan en el libro son reales, sin embargo, nos parecerán ficticios por lo increíbles que resultan. Aunque ya sabemos que muchas veces la realidad supera la ficción, en este caso lo es hasta límites insospechados. El mundo se mueve según leeréis aquí, creando unas oportunidades asombrosas para la delincuencia.
Los movimientos y acciones financieras que el libro cuentan son todas verdad: las trampas, engaños, timos y supervivencia económica es nuestro día a día, que podíamos tachar de delincuencia de guante blanco, se refiere tanto a particulares millonarios, como a grandes capos de la delincuencia internacional o a gobiernos corruptos.
Codicia, frustración sexual, el deseo de sembrar el terror, la envidia, el anhelo de combatir la soledad, el amor o incluso el puro placer de matar, son algunos de los móviles que se van desgranando en estas apasionantes historias. A modo de decálogo, la autora construye unos modelos nada accidentales de asesinar, diez relatos en los que, haciendo gala una vez más de su rigor, su capacidad de análisis y conocimientos sobre la mente criminal, disecciona de forma magistral el lado más oscuro del ser humano.
Ampliamente ilustrado con fotografías, mapas y fichas con perfiles criminológicos de los diferentes asesinos, para ahondar desde una visión profesional en las perturbadoras raíces del Mal.
Uno se imagina los últimos momentos de los monarcas envueltos en la misma pompa y circunstancia que los rodearon en vida, sin perder un ápice de su majestad en el trance definitivo. Con serenidad, solemnidad y en silencio. Pero las excepciones a ese lienzo ritual y ceremonioso no son pocas. Están, de un lado, los que murieron en el campo de batalla, como el aragonés Pedro II, que falleció combatiendo a los cruzados de Simón de Monfort en Muret (1213), mientras defendía a sus súbditos de Occitania. Y son mucho más abundantes los que perdieron la vida en circunstancias extrañas o rocambolescas, que han propiciado toda suerte de teorías y especulaciones. En este ameno libro el historiador Manuel García Parody, con el rigor que caracteriza su ya extensa trayectoria, aborda algunas de esas muertes regias exentas de la solemnidad y de la heroicidad que se les presupone.