Carmen Laforet pasa las páginas de un álbum de fotografías, de atrás hacia delante. A su lado está su hija, Cristina Cerezales, que ha ideado este camino de vuelta y la acompaña en un intenso viaje por las habitaciones de la memoria. Cierran los ojos y sus pensamientos se comunican de un modo nuevo, único, precioso.
En esta autobiografía Roger Bartra examina un nudo formado por tres hilos que se extienden a lo largo de su vida intelectual; tres flujos que se mezclan en el pozo profundo de su conciencia. El primero es una obsesión por la verdad que domina su trabajo, a veces de manera estimulante y en ocasiones de forma esclavizadora. El segundo es la permanente sensación de ser extranjero, de ser un extraño enclavado en una sociedad que lo considera ajeno a ella. En tercer lugar, una inclinación por la rebeldía que ha tenido que controlar y domesticar para poder convivir con sus semejantes.
Estos flujos, confiesa, le han provocado una permanente sensación de encierro, de estar presa de verdades dogmáticas, de estar en la cárcel de una identidad anómala y de estar poseído por una furia que es necesario mantener atrapada. Pero cuando el nudo se desata, Bartra se siente liberado e impulsado a una búsqueda de verdades frescas y renovadoras, alentado por una rebeldía creativa y estimulante sin estar atado a identidades fijas.
Mutaciones es un claro resultado de ese impulso, que en esta ocasión se vuelva sobre sí mismo para dejarnos ver, por primera vez, el mecanismo interior de una de las mentes más auténticas del panorama intelectual mexicano.
En el año 1600, Jacob Böhme tuvo su más famosa iluminación al ver en un instante, según refiere, todos los secretos del universo reflejados en la concavidad iluminada por un rayo de sol de una vasija de estaño que tenía colgada en la pared, tras lo cual estuvo «rodeado de luz divina» durante siete días. Para Böhme, Dios es el todo, «el gran abismo sin fondo que hay en todas partes», la nada que anhela llegar a ser engendrándose y engulléndose eternamente. Su obra es un continuo intento de descifrar el sentido de sus experiencias místicas, que no cesaron de crecer en interés y fama, porque nunca la mística y la magia se han tratado de una manera tan lógica.
Para Friedrich Schelling, Böhme es una aparición milagrosa en la historia del espíritu humano, y en particular del alemán, por su notable influencia en Tieck, Novalis, Goethe y otros románticos. Schopenhauer toma de él su noción de voluntad, y para Heidegger es, junto a Meister Eckhart, el primer autor metafísico de la filosofía alemana. Newton, Unamuno y otros muchos lo leyeron asimismo con atención.