Técnica y civilización presentó por vez primera su fascinante historia de la máquina y el estudio crítico de sus consecuencias sobre la civilización en 1934, antes de que la televisión, el ordenador personal o internet pudieran intuirse siquiera.
Nunca antes un autor se había ocupado de analizar y diseccionar los diferentes golpes o intentos de golpe de Estado habidos en Europa desde el 18 de Brumario de Napoleón hasta la llamada «Marcha sobre Roma» de Mussolini. Con este libro, Malaparte intentaba demostrar que las fuerzas contrarias a los valores de la democracia, tanto de extrema derecha como de extrema izquierda, pueden ampararse en la legitimidad de un Estado moderno y coartar sus libertades. En cualquier país democrático es posible dar un golpe de Estado, incluso sin una situación crítica o sin apoyo popular. Basta un grupo que controle la maquinaria estatal y tome el poder sin confrontar la fuerza adversaria. La estrategia pasa por concentrar las fuerzas en el punto más delicado del adversario, que en un Estado moderno son los servicios públicos y los medios de comunicación.
Malaparte pagó la osadía de esta obra con una condena al destierro, con su muerte social durante los años de efervescencia fascista en Italia.
La tecnología ha sido siempre documento de civilización, pero también de barbarie. Este libro expone algunos casos, como el del zoológico fundado en Hamburgo por Carl Hagenbeck, que en 1875 exhibió indígenas porque resultaban más económicos de importar que los animales; o el de Eduardo Kac, que en 2001 utilizó la ingeniería genética como lenguaje plástico en su obra Génesis, al encriptar una frase traducida a morse en pares de ADN e inocularla en bacterias.
Según Michel Nieva, la historia de la literatura argentina se funda sobre esa fricción: la tecnología como cruce entre civilización y barbarie. En estas páginas encontramos una recopilación de ensayos que exploran, en la estela de Sarmiento y Borges y con la colaboración de Agamben y Burroughs, los imaginarios literarios y políticos que instituyeron el límite entre lo humano y lo no humano, lo cultural y lo natural, lo que merece vivir y lo que debe ser exterminado y capitalizado.