Para un occidental, Japón es la gran experiencia posible del «otro». Pocos países se muestran tan alejados culturalmente. Pero esa máxima sensación de otredad no deriva de sus diferencias: las hay, muchas, enormes, pero no mayores que respecto a otras culturas. En Japón vemos gente vestida como nosotros, que oye la misma música o ve nuestras mismas películas; con apartamentos llenos de cosas parecidas a las nuestras, inmersos ambos en los mismos artilugios tecnológicos que nos caracterizan y gobiernan. Es su manera completamente propia de entender el mundo los que los hace tan distintos. Nos miramos con curiosidad recíproca mientras nos preguntamos si el futuro y nuestra relación con la realidad no será la imagen que ya nos devuelve el espejo de su cultura. Tras vivir varios años en Japón, José Antonio de Ory revela en estas páginas su deslumbramiento por este complejo y lejano país. Nada escapa a su ojo atento inmerso en una sociedad insular y rodeada de otras culturas milenarias, que ha fraguado sus peculiaridades a lo largo de siglos en un relativo aislamiento.
Los ensayos publicados por Herbert Marcuse en Nueva York en la revista del Instituto de Investigación Social entre 1934 y 1941 poseen una indiscutible relevancia teórica y política. En ellos se ocupa de temas decisivos de la época (el liberalismo político y económico, la tradición filosófica, la cultura burguesa, la exigencia individual de felicidad o la tecnología contemporánea) a la luz de la catástrofe representada por el triunfo del nacionalsocialismo.
Pero, más allá de su valor histórico-filosófico, estos textos resultan relevantes también para analizar críticamente nuestra situación actual: el nuevo ascenso de la extrema derecha sobre las ruinas del neoliberalismo, la devaluación de la filosofía a mera distracción y medio de autoayuda, la reducción de la cultura a un juego irrelevante de apariencias, la colonización de las necesidades más íntimas por la búsqueda del beneficio económico o el cierre opresivo del universo tecnológico en aras de la eficiencia.
Cuando se cumplen 500 años del inicio de la aventura andina de Francisco de Pizarro, sin que se esperen grandes actos de conmemoración, aquellos hechos siguen rodeados de mitos y propaganda. El colapso del convulso mundo indígena, la hazaña de un puñado de españoles y las posteriores luchas entre conquistadores integran una de las mayores epopeyas de la humanidad que, sin embargo, la leyenda negra y el olvido han distorsionado.
El investigador Iván Vélez narra desde su esencia la conquista del Imperio inca y el nacimiento del virreinato del que tantos estados americanos son deudores. Lo hace valiéndose de las fuentes originales y de datos inéditos extraídos de los archivos para devolver la voz a los auténticos protagonistas: a hombres y mujeres que buscaron fama y fortuna, pero que, casi siempre, hallaron guerra y hambre.