Durante gran parte de la historia, las sociedades han oprimido violentamente a las minorías étnicas, religiosas y sexuales. No es de extrañar que aquellos que abogan por la justicia social llegaran a pensar que los miembros de los grupos marginados necesitan sentirse orgullosos de su propia identidad para poder hacer frente a la injusticia.
Pero, en las últimas décadas, lo que empezó como un sano aprecio por la cultura y el patrimonio de los grupos minoritarios se ha transformado en una contraproducente obsesión por la identidad grupal en todas sus formas. En poco tiempo ha surgido una nueva ideología que reprime el discurso, denigra la influencia mutua como apropiación cultural, niega que los miembros de grupos distintos puedan llegar a entenderse de veras, e insiste en que la forma en que los gobiernos tratan a sus ciudadanos ha de depender del color de su piel.
¿Qué pasaría si un día, de repente, el planeta en el que vivimos nos pareciera tan siniestro como extraño, como si nos hubieran teletransportado a un planeta lejano? Ese aterrador futuro ya es nuestro presente. La hidrosfera, que sustenta toda la vida del planeta, se está revelando ante el calentamiento global: nos enfrentamos a diluvios primaverales casi bíblicos, sequías devastadoras, olas de calor, incendios forestales y mortíferos huracanes y tifones otoñales que causan estragos en los ecosistemas y en la sociedad.
Durante demasiado tiempo hemos juzgado erróneamente la naturaleza misma de nuestra existencia y sobre lo que se sustenta. Hemos creído que vivíamos en un planeta de tierra, cuando la realidad es que vivimos en un planeta de agua, y ahora la hidrosfera del planeta se está resilvestrando en medio de un clima que no deja de cambiar, y está llevando a nuestra especie, así como a todas las demás, a una extinción masiva en su búsqueda de un nuevo equilibrio.
Durante décadas, Peter Turchin ha estudiado la historia del mundo como nadie. Tras sumergirse en ingentes cantidades de datos que abarcan diez mil años de actividad humana y desarrollar nuevos modelos a partir de ellos, ha sido capaz de transformar la forma en que aprendemos del pasado a través de la cliodinámica, el estudio de las grandes dinámicas históricas. Final de partida es la culminación de su investigación: un innovador y revelador relato sobre cómo funcionan las sociedades.
Las lecciones que se pueden aprender de la historia universal son claras: cuando el equilibrio de poder entre la clase dominante y la mayoría se inclina demasiado a favor de las élites, aumenta la desigualdad de ingresos. Los ricos se enriquecen y los pobres se empobrecen. A medida que más personas intentan unirse a la élite, la frustración hacia la clase dirigente se desborda, a menudo con consecuencias desastrosas. Ese fenómeno, que Turchin denomina «bomba de la riqueza», condujo al colapso del Estado en la China imperial, en la Francia medieval, en los Estados Unidos anteriores a la guerra de Secesión... y está ocurriendo ahora. ¿Cuánto nos puede ayudar el estudio de la cliodinámica a evitarlo? ¿Aún estamos a tiempo de cambiar el rumbo de la historia?