«He llegado a Lisboa, pero no a una conclusión», escribía Fernando Pessoa en su «Libro del desasosiego». Y es que el viaje siempre tiene un punto de llegada, pero ser pasajero es estar suspendido en la grieta entre destinación y destino, realidad y ensoñación.
Michael Marder ahonda en los intersticios de la aventura del viaje y ofrece una novedosa guía filosófica sobre la «condición de pasajero», sea en trayectos de larga distancia, sea en desplazamientos cotidianos. Ser pasajero no es sólo un trámite o una metáfora, pues constituye una experiencia universal que nos enfrenta con el tejido de nuestra propia existencia humana: el tiempo, el espacio, el aburrimiento, nuestro sentido del yo y nuestra cognición del mundo.
Más que un libro esto es una conversación a modo de propuesta de amistad, con siete disquisiciones que inciden en el mundo actual sobre asuntos como liarse la manta a la cabeza, la seducción de los personajes malos, usar la imaginación propia para entender la ajena, el rencor y la fortuna, los cataclismos medioambientales, las pequeñas heroicidades del día a día, los colores que pintan nuestra existencia o el sentido de la vida como historia que escribimos entre todas las personas, a veces sin querer.
Pequeñas heridas mortales se despliega como antorcha que ilumina la caverna moderna y nos sitúa ante siete reflexiones plagadas de alusiones a la ciencia y a la conducta humana, pero siempre con la filosofía y la literatura como brújulas para desvelar el sentido de las cosas y de la vida. Gopegui despliega el cometido del conocimiento, que como luz ilumina nuestros refugios, conduciéndonos por mil y un mapas a diversas escalas de la intelectualidad y con el innegable compromise ético y politico que baña sus novelas.
Siguiendo la huella de los canes cervantinos, Cipión y Berganza, y de las perras Fina y Franca de Rosario Ferré, Lina Meruane organiza en este ensayo-ficción su propio coloquio sobre las tensiones que asaltan a los feminismos contemporáneos. Sus perras callejeras –la vieja quiltra chilena #Lina# y la joven chucha española #Luna# –debaten qué implica la liberación de los cuerpos: tener o no crías, exaltar o no la desnudez, aceptar y practicar las transiciones de toda especie, e incluso legitimar el perreo vis a vis una violencia sexual, sicológica y simbólica todavía impune dentro y fuera de los libros.
Este diálogo desenfadado, a ratos un fiero contrapunteo generacional, es, sobre todo, un alegato a favor del examen crítico y de la refutación en vez de la cancelación de los argumentos adversos.