Una crónica de diez mil años para descubrir las luchas de poder entre Gran Bretaña, Europa y el mundo.
Un relato geográfico sobre la lucha por dominio mundial, que está en constante cambio e impulsado tanto por la geografía como por la tecnología y la política
¿Cómo puede moldear la geografía el destino de un territorio? ¿Vivir físicamente aislado del resto del mundo es siempre una desventaja o puede convertirse en una ventaja? ¿Cómo nos ayuda nuestra adaptabilidad e inventiva a superar las limitaciones que la geografía impone? ¿Por qué la lucha por el poder no se entiende sin una perspectiva geográfica?
En Geografía y destino, el célebre antropólogo e historiador Ian Morris, autor de ¿Por qué manda Occidente… por ahora? y Guerra, ¿para qué sirve?, nos embarca en una crónica de diez mil años para mostrarnos la lucha por el poder entre Gran Bretaña, Europa y el mundo. Descubriremos cómo durante siete milenios y medio los británicos fueron una potencia secundaria en los márgenes de Europa, contemplaremos luego el ascenso de Europa y Gran Bretaña a partir de la Era de los Descubrimientos y seguiremos la historia para ver cómo, a partir de 1900, debido a la rápida globalización, otras potencias europeas, Estados Unidos y cada vez más potencias asiáticas como China acceden al liderazgo mundial.
Con una narrativa vibrante y un enfoque interdisciplinario, Geografía y destino revela los caminos que forjaron la historia de las potencias globales y nos invita a reflexionar sobre cómo el dominio mundial está en constante cambio, impulsado tanto por la geografía como por la tecnología y la política.
La encarnada rivalidad entre dos de los mayores imperios del mundo antiguo el persa y el romano marcó el auge y el derrumbe de ambas potencias.
El Imperio romano dio forma al mundo occidental en una extensión que iba desde el norte de Britania hasta el Sáhara y desde la costa atlántica hasta el Éufrates. Sus legiones y sus leyes llevaron la paz y la prosperidad hasta los confines del mundo. Unos límites representados por una poderosa civilización que les hizo frente desde Oriente, donde los Imperios parto y persa dominaban las grandes rutas comerciales.
Por allí había pasado Alejandro Magno, creador de un sueño de gloria y conquista que seduciría por igual a griegos y romanos. Y allí cayeron los César, Marco Antonio y una larga sucesión de emperadores intentando emular la aventura del gran conquistador. Fue en Persia donde el Imperio romano ralentizó su expansión hasta llegar a detenerse.
El águila y el león se sumerge a través de la poderosa prosa de Adrian Goldsworthy, uno de los historiadores más prestigiosos del periodo, en el choque de estas entidades todopoderosas que cruzaron sus destinos en un rompecabezas que nadie supo resolver. Enemigos íntimos que se hicieron más fuertes y también más débiles al calor de una refriega que duró siete siglos.
La historia de la esclavitud ha sido tradicionalmente dividida en dos épocas distintas: una clásica, que abarca hasta el descubrimiento de América, y una moderna, que se inicia en el siglo xvii y se conoce como la época de la esclavitud negra. Este exhaustivo estudio comienza con Homero, a quien el autor considera el padre ideológico de la esclavitud clásica. Luego, recorre los pensamientos de figuras como Aristóteles y otras escuelas filosóficas clásicas que, aunque no respaldaron directamente la esclavitud, la toleraron o justificaron de alguna manera.
La Edad Moderna, a su vez, se desglosa en dos fases: desde la conquista de América y el problema del trato a los indígenas, cuya esclavitud fue explícitamente prohibida por la reina Isabel la Católica, hasta la época en que las personas negras se convirtieron en un recurso para reemplazar a los indígenas liberados. A partir de este punto, se examinan detenidamente las principales teorías para destacar que muy pocos filósofos se pronunciaron en contra de la esclavitud.
Un papel crucial en esta historia lo desempeñó la Ilustración. Durante los siglos xvii y xviii, se formuló la premisa de que «el negro era un esclavo por naturaleza», creando así un nuevo concepto de raza que, gradualmente, evolucionó hacia el racismo moderno. La ciencia biológica del siglo xix también jugó un papel esencial en la creación del racismo científico, que dio origen a la idea de una raza inferior que perdura hasta nuestros días.