La Inquisición española es sinónimo, a ojos del gran público y de la historiografía habitual, de denuncias infundadas, encarnizamiento en convencer del crimen, ausencia de abogados defensores, sentencias emitidas por adelantado, oprobio del condenado y de los suyos, abominable ejecución en las llamas purificadoras sin réplica posible: mencionando la Inquisición se condensa el oscurantismo y la crueldad mayores que puedan concebirse. Jean Dumont, el gran hispanista especializado en los siglos XV a XVIII, se propone en Juicio a la Inquisición española dar una oportunidad de defensa a la acusada. Dumont no acude principalmente a la bibliografía histórica, sino a los documentos, los archivos y las obras de pensamiento y literatura de la época. El resultado es sorprendente y polémico, y del máximo interés para quien no se conforme con una historia construida sobre tópicos. «Juicio a la Inquisición española cuestiona todos los tópicos que orbitan alrededor de la Inquisición española». ―Iván Vélez
Wilfred Thesiger pasó cinco años vagando por los desiertos de Arabia para escribir este libro, «un monumento a un pasado desaparecido, un tributo a un pueblo en tiempos magníficos». Repelido por la suavidad y la rigidez de la vida occidental, se lanzó a explorar el vasto y reseco Territorio Vacío de Arabia, visitando pueblos donde nunca habían visto a un europeo y consideraban un deber matar a los infieles cristianos. Viajando entre los beduinos, experimentó los retos cotidianos del hambre y la sed, las largas marchas bajo el implacable sol, las noches de frío y el constante peligro de muerte si se descubría que era un «infiel». Fue el primer europeo en visitar la mayor parte de la región, y justo antes de abandonarla, había comenzado el proceso que la cambiaría para siempre: el descubrimiento de petróleo. Thesiger reflexiona sobre los cambios y el desarrollo a gran escala que se produjeron después de la Segunda Guerra Mundial y la subsiguiente erosión gradual de las formas de vida tradicionales de los beduinos, que habían existido inalteradas durante miles de años. Su relato tiene un valor incalculable para entender el Oriente Medio moderno.
Todos reconocen su obra. Nadie conoce al hombre.
Cristóbal Balenciaga no se dejaba ver en sus desfiles ni salía jamás a saludar tras finalizarlos. Si hacemos caso a la leyenda, el diseñador vasco seguía con detalle los pases a traves de un discreto agujero practicado en las cortinas de terciopelo que decoraban su maison. Apenas existen retratos suyos, e incluso llegó a calar el rumor de que el hombre invisible de la alta costura no era más que una invención, una estrategia comercial elaborada con astucia. De lo que no cabe duda es de que "el mejor diseñador de todos los tiempos" -según reconocieron Christian Dior o Coco Chanel- antepuso siempre el prestigio a la fama y fue artífice de una obra inmortal, casi tan grande como el misterio que aún hoy envuelve su biografía.