A lo largo de los siglos, el ser humano ha experimentado con las posibilidades estéticas y expresivas del lenguaje, y las ha puesto al servicio de la dimensión primordial de la vida cotidiana y la historia de los pueblos a través del arte de contar. En esta obra imprescindible, Francisco Rico indaga en diversos géneros medievales para comprender las raíces de la literatura española. Su historia no es unívoca ni lineal; formas como la canción trovadoresca, los cantares de gesta o la poesía didáctica florecieron a raíz del contacto directo con otras tradiciones. Nuestra literatura creció desde el principio enlazada a otras culturas.
El primer siglo de la literatura española es un análisis exhaustivo del modo en que las actitudes primarias y universales del ser humano se reflejan en el desarrollo de nuestras letras y nos permiten entender sus orígenes más inciertos.
Un manifiesto contra las narcotizantes rutinas que llevamos a cabo en la red como sinónimos de vida.
En las próximas décadas nos enfrentaremos a un mundo poscapitalista: una sociedad inmersa en el ininterrumpido consumo tecnológico; una tierra chamuscada, llena de plástico y pesticidas; una naturaleza devastada por el expolio de los recursos naturales.
En este ensayo tan pertinaz como demoledor, Jonathan Crary denuncia la manipulación a la que nos somete lo que él denomina el «complejo de internet», cuya presencia en todas las esferas de la vida hace que cualquier idea que contemple su marginación o ausencia resulte impensable. Pero, tal como argumenta Crary, la cultura y la economía tecnoconsumistas son intrínsecamente incompatibles con una tierra habitable y con la interdependencia necesaria para vivir de un modo más humano y menos alienante. Se trata de una obra que se alza en contra de la atomización social, característica de las redes y plataformas digitales, y reivindica la importancia de organizarnos colectivamente.
Frente a la revisión del concepto de libido emprendida por sus discípulos Adler y Jung, en "Introducción al narcisismo" Sigmund Freud (1856-1939) mantiene la identificación del eros con el impulso sexual, pero yuxtapone una nueva polaridad que actúa en el propio seno de la libido, la cual puede alternativamente proyectarse en un objeto exterior o dirigirse de forma narcisista hacia dentro. Completan el volumen otros ensayos que ilustran la perspectiva de Freud acerca de diversos temas recurrentes en la práctica psicoanalítica.