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MANIFIESTO INCIERTO (2) NADIA, BRETON Y

París, 1926. Walter Benjamin se enamora de la ciudad, pero ella no le corresponde... Incomprendido y desconocido, en ocasiones se siente profundamente solo. Lo que no le impide empezar a trabajar en la que será la obra de su vida, El libro de los Pasajes. Ese mismo año, André Breton conoce a Nadja, que se convierte en su heroína y lo guía a través de una ciudad de azar y maravilla. Por su parte, cada noche, Ludwig Hohl camina por París, descubriéndola barrio por barrio. Su mirada de extranjero se cruza con la de Léon-Paul Fargue, auténtico parisino, nostálgico y brillante. Y entre ellos aparece también el gran paseante Franz Hessel. París se entrega, se enamora, pero igualmente se aleja, pues el mundo que viene no está preparado para crear un mundo, nos dice Frédéric Pajak. Entre la ironía y la melancolía, este segundo volumen del Manifiesto incierto evoca las sombras de la ciudad, el tiempo previo a la Segunda Guerra Mundial y también la actualidad, el asesinato y la destrucción de París, ese París que ya no existe y ese París que, sin embargo, reclama sangre y cuenta muertos en cada calle en honor a la poesía y a la historia. Una obra épica iluminada por ciento cincuenta deslumbrantes dibujos.
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JERUSALEN, SANTA Y CAUTIVA

Desde el corazón de Jerusalén, Ayestaran se adentra en su cultura para descubrir la compleja identidad de la Ciudad Santa En la Ciudad Vieja de Jerusalén siete de las ocho puertas que dan acceso al interior de la muralla son los puntos de reunión. La octava, la Puerta Dorada, situada en la parte oriental de la Explanada de las Mezquitas, también es un punto de reunión clave, pero permanece sellada a la espera de que vuelva el Mesías. Cuando este regrese, se abrirá y por ella entrará el redentor seguido de los miles de judíos y musulmanes enterrados en los cementerios situados allí de forma estratégica, con la esperanza de ser los primeros en seguirle. Hasta que vuelva el salvador, mejor quedar en alguna de las otras siete. Esta es una crónica de Jerusalén—ciudad en la que reside Mikel Ayestaran con su familia desde hace años—escrita en primera persona a partir de las historias de vecinos de los cuatro barrios (musulmán, judío, armenio y cristiano) de la Ciudad Vieja. A través de ellas, el autor habla de cómo es la vida en una ciudad cautiva de su santidad, ansiada por judíos, musulmanes y cristianos, una Tierra Santa en la que inevitablemente el pasado se come al futuro.
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