Francisco Fuster aborda en este ensayo el proceso de creación, el contexto de recepción y de difusión de El árbol de la ciencia. En cierto sentido, esta novela de Pío Baroja es un episodio nacional: las vicisitudes de un individuo concreto, Andrés Hurtado, los ataques que sufre, los desencantos que padece, ejemplifican y compendian los que sus compatriotas sufren y provocan con su acción o su inacción. El narrador deplora las anomalías clásicas de España, los desajustes que va a ir diagnosticando: la desidia, el abandono, la fuerza bruta, el cinismo. Y lo hace parafraseando a Hurtado, reproduciendo sus sentimientos y sus pensamientos.
Jerónimo de Estridón (347-420), célebre padre y doctor de la Iglesia de Occidente, recordado por su traducción al latín del Antiguo y Nuevo Testamento (Vulgata), fue un autor prolífico de obras exegéticas, polémicas y literarias, además de numerosas epístolas que iluminan aspectos significativos de la vida política, eclesiástica y espiritual de su tiempo. El presente volumen ofrece las biografías de tres eremitas del desierto, Pablo, Malco e Hilarión, que simbolizan las diversas etapas de difusión del monacato, respectivamente, en Egipto, Siria y Palestina. Por su calidad literaria y lo ameno de su narración alcanzaron una enorme popularidad durante la Edad Media y el Renacimiento.
¿Qué entendemos por «construcción de la realidad»? Sostenía Jerome Bruner, uno de los principales artífices de la revolución cognitiva, que la realidad no reside en la cosa, ni en la cabeza, sino en el acto de discutir y negociar sobre el significado de esos conceptos. De modo que las «realidades» de la sociedad y de la vida social son productos del uso lingüístico. A partir de estas premisas y basándose en trabajos sobre teoría literaria, lingüística, antropología simbólica, psicología cognitiva y del desarrollo, Bruner elaboró un nuevo enfoque para el estudio de la mente y realizó sus exploraciones en torno a lo que él llamó el «pensamiento narrativo».
Hasta los años ochenta, la ciencia cognitiva se había centrado demasiado en los aspectos sistemáticos y lógicos de la actividad mental, dejando al margen los mecanismos decisivos para los actos humanos de la imaginación, que nos permite dar sentido a la experiencia. En este ensayo de culto, Bruner argumenta que existen dos modalidades de funcionamiento cognitivo, la paradigmática o lógico-científica y la «modalidad narrativa» (a la que se debe la existencia de buenos relatos, obras dramáticas imperecederas, mitos y crónicas históricas), y se centra en ésta última para desarrollar su concepto de la mente como instrumento para crear mundos posibles.