La comunicación hizo a la humanidad. Su historia es el relato de todo aquello que nos unió y nos hace sentirnos en comunidad, de los retos a los que hemos debido enfrentarnos, de los grandes relatos que nos hemos contado y de las grandes ilusiones que han fundamentado y fundamentan nuestras sociedades. La "Historia mundial de la comunicación" descubre cómo las sociedades se han construido y desarrollado gracias a la cooperación, el intercambio y el préstamo cultural. Con diferentes soportes y medios, los humanos han avanzado en una comunicación cada vez más inmediata, rica y a mayor distancia permitiendo unas sociedades cada vez más complejas, mestizas e interculturales. Pero, al mismo tiempo, nos descubre los peligros que afectan a todas estas sociedades por la intervención de individuos y grupos que manipulan la información, que enfrentan las sociedades entre sí, para gestionar ellos la violencia en su beneficio.
Una gran parte de los artistas visuales que desarrollan su trabajo en la actualidad viven en condiciones precarias y con muy pocos incentivos para su trabajo. Esa es una realidad conocida en el sector, y que se corresponde sociológicamente con el rol de marginalidad proverbial que ha caracterizado a lo largo del tiempo la escena del arte. Pero los artistas son testigos de nuestro mundo y ejercen su papel como peculiares activistas culturales. Aportan radiografías plurales, emblemas de una sociedad en cambio, expresan pautas de vida, generan huellas proyectadas hacia el futuro, atisban “lo nuevo”: son los creadores del patrimonio contemporáneo. El arte es un espacio de interrogantes donde afloran respuestas provocadoras a preguntas inquietas. El artista realiza su trabajo interpretando el mensaje de una difusa voluntad colectiva. Aspira a esa empatía y comunicación real: transmitir sentimientos y emociones propias para compartirlas. Pone sus ojos, su mirada, su corazón y sensibilidad al servicio de la sociedad: a la búsqueda de un latido común. El auténtico artista aporta oxígeno para respirar mejor.
¿Quién maneja los hilos? ¿Quién se esconde tras lo que vemos? ¿Quién se beneficia en último término? Ante la abrumadora complejidad de nuestro presente globalizado, cada vez son más las personas que se plantean este tipo de preguntas. El mundo es cada vez más indescifrable, así que por fuerza ha de tener un lado oculto, una suerte de reino secreto dentro del Estado y del Nuevo Orden Mundial en el que se forjan planes, se manipula la información y se controlan los pensamientos. Ya no se trata de una mera intriga.
Donatella Di Cesare diagnostica la teoría del complot como uno de los síntomas de una sociedad democrática en su mayor parte despolitizada. El complotismo es la forma en que los ciudadanos, impotentes ante un poder tecnoeconómico sin rostro, se relacionan con el mundo. Es por eso que las teorías del complot, manifestación del gran vacío en el corazón de la democracia, son una temible arma de despolitización masiva. En este l.cido y original ensayo, la filósofa italiana indaga tanto en el trasfondo histórico como en los aspectos más actuales de este fenómeno global. Al hacerlo, no rechaza el pensamiento conspirativo como una simple quimera o una falacia argumentativa, sino que se esfuerza por comprenderlo y reconceptualizarlo, reflexionando sobre los motivos por los que el complotismo acecha a una comunidad fragmentada como el espectro de un poder sin rostro.