"Me da envidia la vida que tenían mis padres a mi edad." Bajo ese discurso pretendidamente crítico se esconde una idealización de un tiempo pasado que nunca fue mejor. Una nostalgia fundamentada en un modelo familiar único, una sublimación del medio rural, un capitalismo alienado y una negación de los avances sociales logrados a lo largo de las últimas cuatro decadas. Son argumentos propios de una izquierda conservadora que se espanta ante la perdida de su hegemonía. Lo neorrancio es lo que ocurre cuando miramos al pasado con la venda del recuerdo y cuando convertimos la experiencia propia en universal. Un libro que pone el presente en valor y que da pautas sobre hacia dónde debería enfocar la izquierda sus demandas.
En la era digital, el influencer constituye un fenómeno fundamental para la cultura pop, la sociedad de consumo, la industria publicitaria y el capitalismo, y, desde hace ya un tiempo, su presencia se ha expandido más allá de las fronteras de internet. Jóvenes, adultos y niños se graban mientras se maquillan, cocinan, viajan o practican deporte, y comparten consejos con sus seguidores a través de las redes sociales.
En este libro, que viene precedido de un gran éxito en Alemania y que ha generado un necesario debate social, estas nuevas celebrities se erigen en el emblema de los tiempos que corren. Aleccionan y manipulan a millones de seguidores, incentivan el consumismo, promueven un estilo de vida neoliberal y menoscaban las causas más justas. El neocapitalismo se esconde tras los filtros y los retoques de Photoshop. Ya no solo es más complicado diferenciar qué es un anuncio de lo que no lo es, sino que cada vez hay más personas a las que, simple y llanamente, les da igual. Todo es entretenimiento y todo se puede convertir en mercancía. Incluso el propio yo.
En busca de un reemplazo para la agenda Hermès que ha perdido su marido, Brigitte Benkemoun compra una antigua en eBay. Casi idéntica a la original, con «el mismo cuero liso, pero más rojo, más suave, y con una pátina brillante», esconde en su interior una libreta de direcciones que data de 1951. Al hojearla, descubre con gran fascinación que los nombres que aparecen en sus veinte páginas (en la B, Breton, Braque y Balthus; en la C, Cocteau; en la E, Éluard...) son «los más grandes artistas de posguerra ordenados alfabéticamente», que pasan a ser el hilo conductor de este libro.
Benkemoun emprende entonces una búsqueda obsesiva y pronto averigua que la agenda perteneció a Dora Maar, la famosa Mujer que llora de Picasso y una artista brillante por derecho propio. La autora se embarca en un viaje de descubrimiento de dos años para contar la historia de una mujer provocativa, apasionada y enigmática, y el papel que cada una de aquellas figuras desempeñó en su vida. El resultado es un retrato único y deslumbrante de la artista y su mundo a través de instantáneas, escenas de fiestas e icónicos cafés, y fragmentos impactantes de su poesía y de la poesía escrita sobre ella.