Pocas cosas suscitan hoy tanto interés como el humor, tal vez porque lo echamos mucho en falta en una sociedad generalmente seria y malhumorada, incapaz de elevarse sobre las cosas con la fina distancia y el placer inteligente que ofrece el humor, capaz de hacernos ver lo oculto, desnudar lo solemne y señalar lo falso. Una categoría, el humor, cuyo carácter y definición se persiguen en este libro (a sabiendas de que es imposible) transitando por libros y autores que le han prestado atención e intentando hacerlo, también, con cierto humor. Un humor que se distingue de lo cómico, lo gracioso o del puro chiste y se convierte en una auténtica posición ante la vida. Algo que tiene más que ver más con el corazón que con la cabeza, como nos recuerda Wenceslao Fernández Flórez, miembro de la generación más brillante de humoristas españoles, un autor que se reivindica y al que se sigue en el desarrollo de este libro. Un humor, por fin, que se rebela frente a la rigidez y el automatismo, como señala Bergson, y que ofrece el consuelo al abatido yo por las penalidades que nos inflige la vida, como no escapó a Freud.
En un mundo saturado de neoliberalismo, ¿qué lugar puede ocupar el teatro? ¿Qué actitud debe asumir el actor ante un texto y cómo debe traducirlo al escenario? Estas son algunas de las preguntas que han ocupado a Jorge Eines durante más de 50 años de experiencia en la escena teatral; el presente libro es un intento de darles respuesta. Frente a las corrientes del teatro clásico, que desde siempre han rendido un culto especial a la palabra, al texto como elemento que rige toda la puesta en escena, Eines propone el cuerpo como vertebrador esencial de todo proceso teatral. Si bien el origen de la obra está en la palabra, es el cuerpo, y no la mente del actor, quien debe interpretarla y volverla carne. Para lograrlo, es esencial desarrollar un proceso técnico cuidado que permita al actor trabajar el texto en el ensayo, espacio que, para Jorge, es de absoluta importancia, pues permite llegar a nuevas formas.
El ser humano es el ser vivo cuya existencia va acompañada de una gran capacidad para "hacerse ser", para manifestarse en los papeles sobreañadidos. A fin de sostener estos papeles, tanto en la vida como sobre el escenario, recurrió al maquillaje o a las máscaras, que proporcionan simulación y disimulo y producen una mímica eficaz. Las máscaras fueron en ocasiones portadoras de soberanía, y en otras, de infamia o de ridículo. Para sujetos con la obligación de dar la cara fueron figuras de auxilio. Las máscaras permitieron que la ocultación y la manifestación actuaran en concierto. Esta recopilación de estudios contiene las páginas recientes sobre "Los poderes de la máscara", que figuraron en el catálogo de la exposición Máscaras, mascaradas, mascarones, celebrada en el museo del Louvre en 2014.