La sociedad argentina está obsesionada con el diálogo, aunque las conversaciones sinceras son exiguas y las restricciones para lograr un acuerdo político son enormes. Ante la posibilidad de bajar los brazos, este libro se propone rescatar la ética que nos construyó como país y rebatir el ideario populista, funcional a las crisis recurrentes. Sin contenidos en debate y viviendo en una inestabilidad crónica, todo parece jugarse en un presente absoluto, privados de la riqueza que significa poder articular el hoy con el mañana. Es que el populismo no es solo un modelo de construcción de poder: es también una cultura. El autor desarticula las simplificaciones que hicieron de una nación creativa una sociedad de escapismo, recorre con lucidez nuestros retos más urgentes y ofrece claves para fomentar una práctica sociopolítica orientada a devolver la esperanza en el futuro. La Argentina es un país con problemas, pero también un lugar de sueños colectivos. Deconstruir el populismo es un llamado a desafiar el statu quo, a la vez que una invitación a reconciliar la política y romper el ciclo perpetuo de expectativas seguidas de frustraciones.
¿Tenemos algo que contar? Y, lo más importante, ¿sabemos cómo hacerlo?
Decía Oscar Wilde que no existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Probablemente sea así, pero quizá no sea lo mismo tener algo que expresar al mundo... que creer que se tiene.
En todos nosotros anida el anhelo de contar una historia, pero ¿abordamos la escritura con la suficiente profesionalidad y conocimiento como para que esas historias lleguen a buen puerto o reúnan la mínima calidad para los lectores? Escribir con la suficiente profesionalidad como para que las historias lleguen a buen puerto o reúnan la mínima calidad para los lectores, es un reto para miles de autores potenciales.
David Vicente vuelca en este libro, riguroso y valiente, sus años de experiencia, no solo como escritor y editor, sino principalmente como profesor de escritura creativa tanto para diversas instituciones como dentro de su propia escuela, La Posada de Hojalata.
El arte de narrar ayudará a los lectores, y a todo aquel que aspire a escribir, a entender que el oficio de contar historias, a diferencia de lo que aseguraba Stephen King, es un poco más complejo que poner una palabra y después la siguiente, al tiempo que nos ayudará a enfrentarnos al papel en blanco o a la pantalla vacía.
El lenguaje del cuerpo revela más de las personas que sus propias palabras. Nuestros gestos pueden mostrar que nos sentimos inseguros, incómodos, molestos, desconfiados, decididos, fuertes o complacientes. Tampoco nos causa la misma impresión alguien que nos ofrece un buen apretón de manos que quien nos la tiende con ligereza, o quien se apoltrona en un sillón en vez de sentarse en el borde.
La manera como cruzamos los brazos o las piernas, movemos las manos o fijamos la mirada, por ejemplo, dice mucho de nosotros, y ser conscientes de ello puede ayudarnos a causar una impresión positiva en los demás, averiguar si alguien nos miente, salir con éxito de una entrevista de trabajo o, incluso, seducir a otras personas, ya sea para persuadirles o para elegir la pareja correcta. Los gestos hablan, así que ¡sácales todo el partido!