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INTERNET PARA LA GENTE

Internet tiene dueños: empresas privadas con ánimo de lucro. La mayoría de buscadores aniquilan cualquier tipo de privacidad y algunas redes sociales se han convertido en altavoz de la propaganda de ultraderecha tan solo porque resulta rentable. Pero no siempre fue así. De hecho, para maximizar los beneficios, internet tuvo que rehacerse mediante un largo proceso de privatización que duró años y que convirtió una pequeña red de investigación en una gran potencia del capitalismo mundial. Internet para la gente es la historia de la privatización que ha creado el internet que hoy conocemos y que dio pie a las crisis que hoy lo consumen. Pero también es una respuesta: propone su desprivatización y que quienes lo gobiernen sean las personas y no los beneficios. Reducir el espacio del mercado y del afán de lucro, abolir los jardines amurallados de los gigantes que dominan nuestras vidas digitales al tiempo que se desarrollan alternativas de propiedad pública y cooperativa que permitan un control democrático real. Si queremos construir un internet mejor, es preciso cambiar quién lo posee y cómo lo organiza. No con la intención de que los mercados funcionen mejor, sino de que tengan menos poder. No para crear una versión más competitiva o más reglamentada de la privatización, sino para revertirla de una vez por todas.
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LA MUERTE EN COMUN - RUSTICA

¿Es lo común de la muerte que todos seamos mortales? No es a eso, a una propiedad consustancial y compartida entre los seres vivos, a lo que se refiere el título de este libro. La muerte en común es, por un lado, un intento de pensar en las consecuencias de perder a alguien que te constituye como persona y, por otro, de reflexionar sobre qué sucede en la comunidad cuando esto ocurre. Si, según se dice, quien no sabe afrontar una pérdida recae en un duelo patológico, ¿qué sucede en una sociedad en la que no se sabe hacer duelo? ¿Hay duelos patológicos a nivel comunitario? ¿Qué impacto tiene la pérdida de un miembro de la comunidad en el todo? ¿Es solo una cuestión 'privada' que debe resolver cada uno en su casa? ¿Qué impacto pueden tener la desaparición de los rituales compartidos y el acortamiento del tiempo que nos damos para superar esta vivencia? Para responder a estas preguntas este ensayo parte del recorrido que une en el mundo antiguo las nanas infantiles con el canto fúnebre conocido como nenia y analiza el sentido de las consolaciones para poder pensar nuestro propio tiempo y nuestra manera de afrontar la pérdida.
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LAS ARTERIAS DEL MUNDO

Los ríos siempre han estado ahí, junto a nosotros, frente a nosotros, incluso, como escribiera T. S. Eliot, dentro de nosotros. Quizá no somos ellos, pero sí somos en ellos. Nos han servido de caminos y de fronteras; han saciado nuestra sed y se han teñido con nuestra sangre; han movido nuestras máquinas y destruido nuestras cosechas y nuestros hogares; nos han traído la abundancia y la escasez; los hemos venerado como dioses y maltratado como esclavos; remontando sus aguas todavía salvajes, hemos viajado hacia lo desconocido, y, en la distancia, sus hermanos de las estrellas nos invitan ahora a que lo hagamos de nuevo a través de la inmensidad del espacio. Aprendimos a cultivar la tierra y apacentar rebaños, a moldear la arcilla, tejer cestos y forjar metales; construimos ciudades, acueductos y puentes; embridamos sus aguas rebeldes con canales y presas; las usamos para regar nuestros campos y mover las inmensas turbinas de nuestras centrales hidroeléctricas, y dimos en pensar que todo cuanto nos rodeaba, por supuesto, también ellos, debía estar a nuestro servicio. Pero, como el audaz aprendiz de brujo del poema de Goethe, que osa manipular fuerzas cuya naturaleza desconoce, les hemos causado un daño que quizá ya no seamos capaces de reparar, y, al hacerlo, nos hemos dañado a nosotros mismos. Como el titán Prometeo, robamos un día el fuego de los dioses, creyendo ser dignos de su poder, y se nos castiga por ello. Hemos contraído, pues, una enorme deuda de gratitud con los ríos y les debemos también una reparación. Podemos cuidarlos mejor desde ahora. Pero debemos también reconocer su papel en nuestra historia. Este libro trata de hacer eso: explorar un nuevo camino, abordando el pasado desde una perspectiva que nunca se había adoptado, situando a los ríos en el centro de los procesos históricos y reflexionando sobre el papel que han desempeñado en ellos.
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