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EL MANIFIESTO ROMANTICO

Las ideas artísticas de Ayn Rand que completan su sistema filosófico En su filosofía moral, Ayn Rand ensalza la virtud del egoísmo, y en su concepción del arte no es menos radical. Este libro contiene su original y audaz teoría estética, que estipula los principios indispensables para juzgar una obra de arte de manera objetiva. Rand sostiene que esos estándares objetivos son posibles porque el arte es una necesidad fundamental de la vida y tiene una función esencial como expresión condensada de la mente racional del ser humano. Las manifestaciones artísticas materializan los conceptos abstractos a través de recreaciones estilizadas de la realidad, que proyectan la visión del artista sobre la naturaleza humana y concretan las representaciones filosóficas de las distintas culturas. Abriéndose paso entre la confusa niebla de misticismo y sentimentalismo que suele envolver a la experiencia artística y a los juicios estéticos, Rand ofrece una definición precisa del arte. Desarrolla, además, una crítica devastadora del naturalismo y el modernismo, concibiendo el arte contemporáneo como testimonio de la corrupción del estado intelectual de nuestra cultura. Su argumentación permite entender mejor la obra literaria de la propia autora, más afín al romanticismo y orientada a ofrecer un retrato del hombre ideal. Publicada por primera vez en 1969, El manifiesto romántico es una de las obras más desconocidas del canon randiano, pese a ser uno de sus ensayos más sólidos y coherentes, y que nos permite entender por qué hemos ingeniado y consumido obras de arte desde tiempos inmemoriales, alegando que la creación debería tener el horizonte de elevar el espíritu humano.
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TRAS EL HUMANISMO

Atravesamos una crisis del humanismo. El término está casi obsoleto. Su dificultad para respirar no proviene de discursos despectivos hacia el hombre, no nos equivoquemos. Es a través de la compasión como este nuevo humanismo, vaciado ya de sustancia, se extiende como un cáncer. Al querer ser mejor humano, sólo humano, demasiado humano, el hombre moderno genera quimeras. El nuevo hombre soñado por los regímenes fascistas o soviéticos era un anticipo del hombre aumentado con el que sueñan los transhumanistas; de la misma manera, el Untermensch (infrahumano, como llamaban los nazis a los no arios) encuentra hoy sus avatares en una muchedumbre que no se ajusta al proyecto deseado para la humanidad. La tentación de definir al hombre a partir de sí mismo lo relega a esa condición inferior. Sólo una imagen del hombre que lo salva impide esta división idólatra ¿Por qué?
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LOS PROCESOS DE OSCAR WILDE

En su momento de mayor celebridad como dramaturgo, hacia 1891, y habiendo publicado ya su novela El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde conoce a Bosie, sobrenombre de lord Alfred Douglas, e inician una apasionada relación. El padre del joven, el marqués de Queensberry, escandalizado, se dedica a investigar al escritor para luego denunciarlo por prácticas homosexuales. En el juicio, Wilde es declarado culpable de los cargos de conducta indecente y sodomía, y condenado a dos años de prisión y trabajos forzados. Su vida cambia abruptamente y muere, exiliado, apenas unos años después.
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