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LA SABIDURIA DE LOS BARBAROS

A lo largo de los siglos IV a I a. C., los antiguos griegos desarrollaron un creciente interés por algunos de los pueblos con los que estaban en contacto. A pesar de valorar enormemente su propia cultura, la civilización helena se abrió a apreciar y aprovechar los conocimientos de los que ellos concebían como bárbaros. En este ensayo clásico sobre los intercambios culturales, Arnaldo Momigliano investiga la circulación internacional de ideas que se dieron sobre todo entre Grecia y los romanos, celtas, judíos e iranios, cómo se estableció una relación especial entre ellos y cómo todo ello tuvo consecuencias para que su influencia y dominio intelectual se prolongara en el tiempo.
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CONSTITUCIONES INCONSTITUCIONALES

Muchos de los fantasmas que en la actualidad acechan a la democracia se sustentan en una falsa premisa, la que sostiene que si el pueblo gobierna es que todo lo puede, pues si todas las leyes emanan de la voluntad popular, ésta no puede someterse a ley alguna. El problema es que «pueblo» y «voluntad popular» son abstracciones que solo pueden concretarse y volverse inteligibles mediante reglas. Pueblo no es sinónimo de muchedumbre y su voz es lo contrario del ruido de voces superpuestas; por eso el sujeto soberano es una creación jurídica que expresa su voluntad mediante un discurso que no es la voz de nadie en particular, sino la transposición mediante reglas de todas las voces. Claro que las reglas que definen qué es el pueblo no pueden precederlo a riesgo de negarlo, pues la soberanía rechaza imposiciones extrínsecas.
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ANIMALES METAFISICOS

Oxford, 1 de mayo de 1956. En la solemnidad de la Biblioteca Bodleiana, el claustro de la universidad se ha reunido para decidir si se le concede un honoris causa al expresidente de los Estados Unidos Harry S. Truman. Una de las personas presentes, la filósofa Elizabeth Anscombe, se opone con vehemencia, poque considera que este reconocimiento no debe concederse a quien, al ordenar el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, fue culpable de la muerte de miles de inocentes. En unos tiempos en que la filosofía había virado hacia los métodos analíticos y científicos del positivismo lógico, ella y sus colegas y amigas en Oxford Philippa Foot, Iris Murdoch y Mary Midgley, bajo el impacto de la Segunda Guerra Mundial, consideraron que la filosofía debía afrontar de nuevo las grandes preguntas éticas: ¿qué es moralmente correcto? ¿Qué principios morales deberíamos seguir? ¿Existe un criterio objetivo de moralidad? Este libro reconstruye la peripecia vital e intelectual de estas cuatro mujeres que dejaron su huella en la filosofía, en unos tiempos en que esta disciplina estaba dominada por los hombres.
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