En 1843 H. D. Thoreau escribió una reseña de El Paraíso al alcance de todos los Hombres, sin Trabajo, mediante la Energía de la Naturaleza y la Máquina, de J. A. Etzler. La reseña criticaba las utopías tecnológicas que pretenden transformar el mundo con la excusa de conseguir un paraíso de abundancia y felicidad para el ser humano, mediante la aplicación y el desarrollo de las técnicas y la maquinaria industrial.
Las obras de Thoreau no parecen suscitar hoy la rebeldía y la desobediencia que debiera inspirar una lectura consecuente de su obra, donde la experiencia de la naturaleza se convirtió en la defensa de una conciencia que corría el peligro de extraviarse con los avances de la modernización. No se trata en Thoreau, por tanto, de una defensa de la naturaleza como si de un protoecologista se tratase. Más bien nos encontramos ante la resistencia de la conciencia individual a las transformaciones que la economía industrial empezaba a propiciar en el siglo XIX.
Hoy vivimos la culminación de esa época y sus desastrosas consecuencias. Las desaforadas utopías tecnológicas ya no sólo pretenden transformar el mundo para ofrecernos un inmenso y artificial Jardín del Edén, sino que, ante la constatación del fracaso de sus intentos, la única respuesta es una nueva vuelta de tuerca en el acondicionamiento tecnológico, que se extiende a cada vez más ámbitos de la existencia. El cultivo de nuestra conciencia no sólo ha perdido su relación con la naturaleza, sino que puede llegar a ser prescindible en un mundo donde todo lo producido tendrá la marca de «inteligente» para evitarnos el trabajo de serlo nosotros.
Quizá sea demasiado pedir que los libros tengan hoy la capacidad de inspirar, siquiera de conmover, a quien los lee. Si con El paraíso —que merece ser— recobrado contribuimos, al menos, a ofrecer una oportunidad para el cultivo de cierta rebeldía contra este estado de cosas, nos daremos por satisfechos.
A través de las cincuenta y tres piezas que componen el Manual, Epicteto –crecido como esclavo en la turbulenta Roma de Nerón– nos ofrece los principios de la filosofía estoica, corriente de la que, junto al emperador Marco Aurelio y el filósofo Séneca, es su máximo representante.
Por medio de unas reflexiones afiladas y certeras y un lenguaje claro y sin concesiones, Epicteto nos propone la ética estoica como un punto de partida en la búsqueda de la tranquilidad de ánimo y de la felicidad. La unión entre la reflexión moral y su vertiente práctica que se produce en el Manual y en las dos piezas de sus diatribas incluidas en este volumen (Cómo actuar ante los tiranos y Contra los conflictivos y salvajes) contribuye a que el estoicismo sea percibido como una corriente filosófica capaz de influir en las acciones del día a día.
La sociedad que iba emergiendo del proceso de la transición a la democracia y las actuaciones de los sucesivos gobiernos a que dio lugar encontraron en él a un temible francotirador, que se anticipaba a poner en evidencia las fraseologías adoptadas por unos y otros y a incidir con implacable lucidez y severidad en asuntos que han marcado y siguen marcando la historia reciente de este país. El patriotismo y los nacionalismos de uno y otro signo, el terrorismo etarra, los GAL, el papel de la policía y del ejército, la tortura, la censura, las políticas culturales, la corrupción rampante y otras relevantes cuestiones encuentran precoces y certerísimos diagnósticos en estas páginas, que reúnen casi todo cuanto ha escrito Ferlosio al respecto y admiten ser leídas, en conjunto, como una saludable «contrahistoria» de la España de las cuatro últimas décadas.Hacia el final del volumen, el repudio de los fastos conmemorativos del Quinto Centenario del Descubrimiento, en 1992, y el recuerdo de los sangrientos desmanes de la Conquista, sirven de correlato crítico de los mitos de una «españolidad» convertida aquí en objeto del más lacerante escrutinio.Esta obra ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.