A pesar de permanecer olvidado durante más de tres mil años, con un reinado que duró solo una década, Tutankamón es seguramente el más famoso de todos los faraones egipcios, gracias al fabuloso tesoro descubierto debido a la intuición y perseverancia del arqueólogo Howard Carter y al generoso apoyo de su patrón Lord Carnarvon. En la tumba se encontraron más de cuatro mil artefactos, esplendidas joyas, amuletos mágicos y la famosa máscara mortuoria de oro macizo.
¿Y si pudiéramos traspasar el espejo? ¿No quedaríamos fascinados con lo que hay del otro lado, un nuevo mundo donde todo está al revés?
En este libro el autor nos propone, a través de la metáfora del espejo, describir nuestra relación con las nuevas tecnologías y su impacto en el mundo actual. Intenta ir más allá de la imagen especular que las nuevas tecnologías crean en nuestra relación con el medioambiente, para no dejarnos fascinar por los medios tecnológicos con sus ambivalentes promesas de bienestar, pero también de destrucción.
El espejo de las nuevas tecnologías nos acerca, pero también nos separa de la naturaleza y del mundo. Es el cruce de múltiples contradicciones, una síntesis de opuestos. Duplica, a la vez que divide; amplía al mismo tiempo que restringe la mirada; reproduce y deforma. Mirarlo, es decir, mirar las nuevas tecnologías, nos posibilita describirlas y analizar el uso que hacemos de ellas, ya que no solo son una herramienta, sino que estructuran nuestra vida. Por eso es necesaria una filosofía de las tecnologías, al mismo tiempo que una antropología que describa al hombre en relación con estas. He aquí el aporte de este libro.
Durante miles de años, los seres humanos han perdido sus posesiones y han arrojado su basura en el río Támesis, convirtiéndolo en el yacimiento arqueológico más extenso y variado del mundo. Para los expertos, sus tramos fangosos ofrecen un vínculo tangible con el pasado y una conexión con el mundo natural en una ciudad caótica. Lara Maiklem se mudó a Londres a los veinte años. Atraída inicialmente por la ciudad, pronto se encontró a la deriva, añorando el consuelo que había conocido al crecer entre la naturaleza. En las orillas del Támesis descubrió el mudlarking: el acto de hurgar en el barro en busca de objetos desechados por generaciones anteriores de londinenses. Durante los siguientes quince años, sus días fueron dictados por las mareas y los dedicaría a la búsqueda de objetos que el río desenterraba: desde pedernales neolíticos a horquillas romanas, de hebillas de zapatos medievales a botones de los Tudor, de pipas de arcilla georgianas a medallas de guerra perdidas o descartadas. Desde las mareas del río en el oeste de la ciudad hasta su desembocadura en el mar en el este, Mudlarking es la historia del Támesis y sus gentes a través de estos objetos. Una fascinante búsqueda de la paz a través de la soledad y la historia de Londres que recupera las voces de muchos londinenses que habían sido olvidados.