Los que saben latín nos propone un original repaso por la literatura española, desde el siglo XVI al XX, a partir de uno de sus más singulares personajes: el profesor de latín.
Unas veces llamado “gramático”, otras “dómine” o también “pedante”, esta figura literaria ha pervivido en la imaginación de los alumnos españoles en calidad de personaje normalmente cruel, si bien también vamos a encontrar emotivos retratos repletos de humanidad.
Los que saben latín es un libro que no dejará indiferente a nadie, pues a muchos les traerá recuerdos agridulces de su juventud y a otros, acaso los más jóvenes, les sorprenderá cuántas cosas de la enseñanza del latín se pueden aprender sin salir de la literatura española. El lector disfrutará, en cualquier caso, de una preciosa selección de textos literarios de primer nivel. Memoria, sátira y melancolía se aúnan en este libro, que puede leerse casi como una novela de nuestra identidad común.
David Remnick tiene el don poco común de revelar a los lectores el alma y la mente de las figuras públicas. Su penetrante mirada disecciona a políticos, escritores o púgiles, y su pluma sirve unos retratos perfectamente aliñados. Remnick logra combinar en sus vívidas piezas una extraordinaria claridad con la profundidad del mejor periodismo. "Reportero" reúne sus mejores textos de los últimos 20 años, desde la política estadounidense a la Rusia post soviética, pasando por Hamás, Tony Blair, Bruce Springsteen, Solzhenytsin o Philip Roth.
Los milicianos jiguaniseros se dispusieron a la lucha, y los hechos se desencadenaron. (…) Al llamado del Movimiento, el municipio de Jiguaní respondió con un alzamiento masivo de sus milicias como apoyo a la Huelga.
Entre los méritos del libro resalta su gran realismo, lo cual aumenta el valor testimonial de la obra, que es una contribución al conocimiento de la historia de nuestra nación. Fueron aquellos días, los de Baire, Contramaestre, Maffo, Jiguaní y todos los rincones del municipio, los que hicieron honor a su inmarcesible pasado mambí. «Sangre y dolor de abril. Jiguaní, 1958», apunta al valor ideológico que debe tener todo documento revolucionario. En él vemos cumplida la tradición literaria de mostrar la literatura de campaña para perpetuar la memoria histórica.