Testigo de excepción de los acontecimientos cruciales de finales del siglo xx y principios del xxi, Jon Lee Anderson es el célebre reportero de The New Yorker cuyas crónicas fundamentales reunimos por primera vez, en dos volúmenes, en el sello Debate. Este primer tomo, dedicado a las guerras y los conflictos de Asia, Oriente Medio, África y Latinoamérica, así como al análisis de las esferas de la política y el poder, conforma una ambiciosa introducción tanto a los grandes temas geopolíticos que han marcado las últimas cinco décadas como una completísima muestra de la carrera periodística del autor.
Considerado el heredero natural de Ryszard Kapuciski, los reportajes de Jon Lee Anderson, además de mostrar una brillante dimensión literaria, son un fascinante reflejo del clima sociopolítico de nuestra época, pero también el valioso testimonio de un periodista comprometido con la verdad y dispuesto a participar en la historia.
"Partido y democracia" aborda la creciente desafección hacia los partidos de cada vez más ciudadanos en las democracias consolidadas. Comienza examinando las motivaciones teóricas tras este desden hacia los partidos políticos para, a continuación, trazar la evolución de los partidos y la confianza pública en el contexto de la transición de las sociedades industriales a posindustriales. Incapaces de superar la perdida de apoyo social en esta fase, acudieron al Estado en busca de los recursos que ya no les proporcionaban sus seguidores. Actualmente los partidos están atrapados en una contradicción dramática. Se han convertido en una suerte de Leviatán con pies de barro: muy poderosos gracias a los recursos que obtienen del Estado y a su control de distintas esferas de este y de la sociedad, pero muy debiles en cuanto a su legitimidad y a la confianza que despiertan en el público. No obstante, concluye el autor, la democracia sigue inextricablemente unida a la presencia de partidos. Por último, la presente edición incluye un epílogo sobre los desarrollos más recientes y la aparición de nuevos partidos desafiantes.
El Derecho ocupa una posición altamente significativa, pues cualquier sistema jurídico expresa de la manera más gráfica y real lo que representa una sociedad. Muestra tanto lo que se predica como lo que se practica. Dice lo que oficial y públicamente se considera justo y lo que se hace oficial y públicamente cuando las cosas van mal. Notemos, de paso, que lo que se considera y hace oficial y públicamente puede estar en contradicción con lo que se considera y hace extraoficial y secretamente, pero sin embargo sorprende lo mucho que podemos aprender, en las leyes, códigos y repertorios de casos soviéticos, así como en los extensos comentarios y críticas de los tratados y revistas jurídicas, acerca del funcionamiento actual del sistema. El derecho soviético no es solamente un producto del socialismo marxista, y el conflicto entre socialismo y libre empresa no es en absoluto la única cuestión planteada en la presente pugna internacional. El derecho soviético es también un producto de la historia rusa, es derecho ruso de la misma manera que nuestro propio derecho no es capitalista o democrático , sino americano. Cada uno de los sistemas contiene una mezcla de características no solo socialistas y capitalistas, sino también de elementos precapitalistas arrancados de muy diferentes etapas de su historia pasada. Los derechos no pueden clasificarse limpiamente en términos de fuerzas socioeconómicas. Los sistemas jurídicos se han construido lentamente, a lo largo de los siglos, y en muchos aspectos resultan notablemente impermeables a los cataclismos sociales. Esto es tan verdadero del derecho soviético, construido sobre los cimientos del pasado ruso, como del derecho americano, con sus raíces en la historia inglesa y de la Europa occidental. Algunas de las diferencias básicas entre ambos tienen su origen en la polaridad existente entre la historia rusa y la historia occidental durante casi un millar de años.