El viento común es uno de los versos que el poeta William Wordsworth dedicó al héroe de la Revolución haitiana Toussaint Louverture. Este libro describe las corrientes de ese "viento común" que batió contra las colonias esclavistas de los imperios europeos en el Caribe: desde los cimarrones de Jamaica, Cuba y la Tierra Firme española, hasta las revueltas de esclavos del siglo XVIII que tuvieron su culminación en la Revolución negra del Santo Domingo francés. En un poderoso ejercicio de "historia desde abajo", Scott examina la circulación de ideas entre esclavos, negros y marineros, recupera los rumores de emancipación que agitaron los puertos y llegaron a las plantaciones, observa la velocidad con la que las noticias se proyectaban de un punto a otro y consigue reconstruir las formas de organización que finalmente estallaron en revuelta o motín. El hilo que reúne todos estos elementos es la resistencia: la búsqueda de una mayor libertad por parte de unas poblaciones que en cuanto podían se declaraban libres de todo amo. Para ello, Scott ha realizado un minucioso trabajo en los archivos franceses, ingleses y españoles. Gracias a su novedosa perspectiva y a la precisión de sus aportaciones, El viento común se ha convertido en una de las obras más originales del emergente campo de estudios del Atlántico negro.
¿Qué tienen en común espléndidas películas como El graduado de Mike Nichols, Jackie Brown de Quentin Tarantino o Mi vida sin mí de Isabel Coixet? Todas ellas están basadas en textos literarios e incluyen un buen puñado de canciones. Sus letras, lejos de constituir un mero adorno, forman parte sustancial del mensaje y contribuyen a conformar el relato fílmico junto a la propia literatura. En este ensayo se explican esos casos, además de Aunque tú no lo sepas, La flaqueza del bolchevique e Incendies, para que el lector reflexione sobre las letras de las canciones que suenan en las películas y se establezca así un fértil diálogo intermedial. Al final de este apasionante recorrido, se incluye un anexo con esas letras, tanto del rock como de otros variados estilos de la música popular, dando la palabra a Omara Portuondo, Joan Manuel Serrat y Extremoduro, y traduciendo a Simon & Garfunkel, Bobby Womack y Radiohead, entre otros muchos grupos y solistas. Este libro es una invitación a mirar de una nueva forma los lazos entre la literatura, el pop-rock y el cine.
En mayo de 1880, Édouard Manet viaja a la clínica Materne, cerca de la costa oeste de Francia, para tratar la enfermedad circulatoria que paralizaba poco a poco sus piernas. Tres años, varios ingresos, una gangrena y una amputación más tarde, el pintor, figura clave en los inicios del impresionismo, fallecía en su casa de París. Pero hasta entonces siguió capturando incansablemente su mundo en bocetos, en pinturas al óleo y al pastel… y en un diario personal. Este diario. En El cuaderno perdido de Édouard Manet, la novelista Maureen Gibbon, una de las mayores conocedoras de la vida y obra del artista, imagina un diario privado escrito entre abril de 1880 y marzo de 1883. Un diario en el que Manet confiesa ―primero con timidez y orgullo herido, con frustración y pena conforme se le agotan las páginas y los días― sus miedos y sus anhelos como artista incomprendido, como amante pasional y también, muy a su pesar, como enfermo que se aproxima a la muerte. El diario es, por encima de todo, un testimonio de una manera de ver el mundo única: delicada, fantástica e increíblemente sensorial; impresionista por naturaleza. Una historia sobre la vida, la muerte y el arte como único refugio posible frente a ellas.
Pese a que muchos así lo consideremos, no es lo mismo emoción que sentimientos. Las emociones son vivencias con rostro (miedo, ira, alegría, tristeza, asco, y sorpresa) y las podemos distinguir físicamente. No se aprenden, forma parte de nuestra herencia biológica y son reconocibles por cualquier persona en cualquier parte del mundo. Un ciego de nacimiento nunca ha visto una expresión de miedo o alegría, pero la expresará de una forma común a todos nosotros. Cuando esas emociones básicas se mezclan, se tramitan en el cerebro, se convierten en sentimientos (amor, fe, orgullo, culpa?). Éstos son menos intensos que las emociones, pero mucho más duraderos.
La defensa de Sócrates es uno de los primeros diálogos escritos por Platón. Desde hace siglos se lo considera –junto con las referencias que aparecen en el Fedón en torno a sus últimas conversaciones– la base del conocimiento biográfico y filosófico sobre el padre del pensamiento occidental.
Miguel García-Baró se sirve de este texto fundamental para reflexionar sobre el sentido de la filosofía y, en definitiva, del hombre. Por medio del diálogo con aquellos maestros que nos han precedido en el arte de pensar, es posible rastrear la verdad y el bien. Estas son las fuentes de salud para el género humano, que tan a menudo se halla constreñido por el uniformismo de las ideologías de moda y la corrección política.
Se trata, en definitiva, de tomar parte como lector en una lucha que jamás se acaba, pues quien ante todo busca conocer a Sócrates y su pensamiento, en realidad ansía formar parte activamente de la filosofía.
Una contribución fundamental para una renovada teoría del Estado, y una fuente de esperanza y de acción política en un tiempo marcado por la incertidumbre.
En Comprando tiempo, su obra anterior, Wolfgang Streeck mostró cómo 'el matrimonio forzoso' del capitalismo y la democracia estaba llegando a su término. El nuevo orden mundial proclamado por los Estados Unidos tras el colapso soviético resultó ser ingobernable por medios democráticos, y una combinación de tecnocracia y dominio del mercado tomó su lugar. Pero el régimen surgido de la globalización ha fracasado en lo económico y perdido apoyo y legitimidad en lo político: el orden mundial neoliberal no es hegemónico y permanece estancado entre el globalismo y la democracia. La utopía de 'un mundo, un mercado' se probó irrealizable, y la democracia nacional resultó fácil de dañar pero difícil de matar.
Analizando el conflicto entre las fuerzas de la globalización y las de la democracia, Streeck indaga aquí en la posibilidad de que los Estados y las sociedades retomen el control de su destino colectivo. Para ello, traza las líneas maestras de un sistema estatal que permita la gobernanza democrática dentro de Estados-nación soberanos y la cooperación pacífica entre ellos. En la estela de Karl Polanyi y John Maynard Keynes, este libro es una contribución fundamental para una renovada teoría del Estado, y una fuente de esperanza y de acción política en un tiempo marcado por la incertidumbre.
Un estudio impresionante sobre la historia cultural del pasaporte.Desde el Egipto faraónico hasta los abarrotados campos de refugiados del siglo XXI, esta obra es un viaje fascinante por la historia del pasaporte: un objeto pequeño, a veces olvidable, pero poderoso como pocos. Con un estilo brillante y accesible, Patrick Bixby examina los documentos y trayectos de músicos e intelectuales, antiguos mensajeros y migrantes modernos, para revelar cómo este librito ha moldeado el arte, el pensamiento y la experiencia humana, contribuyendo a definir nuestro mundo. Los pasaportes encierran historias íntimas sobre los deseos y movimientos de las personas, así como dan forma material a los derechos, privilegios y restricciones que las dirigen. Esta sorprendente historia global de un documento clave es también, así, un estudio profundo de las promesas de movilidad, las estructuras de sentimiento y los instrumentos de poder estatal que nos afectan hasta el día de hoy, quizás con más fuerza que nunca.
Cada periodo histórico y cultural crea sus propios monstruos, dependiendo de los temores y valores que la sociedad va estableciendo y proclamando. La época victoriana, pródiga en seres monstruosos, constituye un momento en el que el sueño de la razón, impulsado por un avance tecnológico y científico sin precedentes, y sustentado por un vasto imperio de ultramar, produjo toda suerte de aprensiones, inquietudes, obsesiones y ansiedades que se plasmaron en la literatura y en el entorno circundante mediante monstruos ficticios e imaginarios... y tristemente reales, como es el caso de Jack el Destripador, producto de aquel tiempo y aquel momento. El primer asesino en serie «moderno» de la historia personifica y culmina de manera espeluznantemente real la monstruosidad que, de manera imaginaria, se venía forjando en las páginas de numerosos autores victorianos.
Pocos conflictos han generado tal cantidad de libros como la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, prácticamente ninguno se detiene a analizar el papel que jugó el radar en ese conflicto.
Este dispositivo permitió a los contendientes detectar de manera anticipada los movimientos de los adversarios tanto por mar como, sobre todo, por aire.
La obra, abundantemente ilustrada con imágenes y fotografías de la época, recorre la historia del radar, desde sus orígenes en el siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial y los años inmediatamente posteriores.
Es cuestionable afirmar que el radar ganó la guerra, pero sí contribuyó decisivamente a que los aliados obtuviesen la victoria en ciertos escenarios. Y no solo eso, sino que, como explica bien este libro, el radar cambió decisivamente el mundo.