Las Leyes es, con mucho, el diálogo platónico más extenso que conocemos. Y no solo eso, sino que además es el que supone los más exhaustivos estudios: historia, teoría política, educación, códigos penales, sistemas constitucionales, teología, física, medicina, etc. Es el intento más antiguo que ha llegado hasta nosotros de organizar el sistema jurídico de acuerdo con principios racionales. En el primer volumen de los dos que reúnen las Leyes, se recogen los libros I-VI, en los que se establecen los principios fundamentales que deben regir la sociedad para luego crear la legislación acorde con ellos.
San Agustín es una de las personalidades más fascinantes y complejas de la historia del cristianimo. Una de sus más importantes obras es, sin duda, La ciudad de Dios, redactada en los años de la toma de Roma a manos de los visigodos. En ella se establece por primera vez la idea del paralelo entre Estado divino y Estado terrenal, de gran influencia histórica en la política y las leyes de la historia occidental.
Este volumen, que incluye los libros XVI-XXII, cierra la publicación íntegra de esta obra, culminando así la labor de Rosa Mª Marina Sáez con una espléndida traducción exhaustivamente anotada. En esta última parte, Agustín de Hipona recurre a la historia bíblica para explicar la evolución entre la ciudad de Dios y la terrenal; y a continuación recapitula todo lo dicho en la obra antes de acometer por último las finalidades de ambas ciudades: el juicio final, el infierno y el cielo.
San Agustín es una de las personalidades más fascinantes y complejas de la historia del cristianismo. Una de sus más importantes obras es, sin duda, La ciudad de Dios redactada en los años de la toma de Roma a manos de los visigodos. En ella se establece que por vez primera la idea del paralelo entre Estado divino y Estado terrenal, de gran influencia histórica en la política y las leyes de la historia occidental.
Este volumen incluye los libros VIII-XV, en los que inicialmente demuestra la inutilidad de los dioses tradicionales romanos, debate sobre teología con los filósofoos, sobre todo platónicos, y razona que los espíritus buenos desean adorar a un solo Dios. Finalmente, emprende su explicación cristiana de la historia, que comienza con el origen de la ciudad de Dios, de la creación del mundo al pecado original, y continúa con la relación de las dos ciudades: la de Dios y la terrenal.