Si la filosofía de Kant constituye el punto de partida del pensamiento contemporáneo, la filosofía de Schelling representa uno de los caminos posibles y, sin duda, más originales.
Tras la muerte de su mujer en 1809, aquel que había sido discípulo de Fichte y seguidor de Hegel comienza a elaborar una filosofía crítica de la existencia, anteponiendo el ser a la esencia, aunque también a la conciencia. Schelling clausura así el Idealismo y avanza más allá, sentando las bases de algunos de los debates de mayor calado de la filosofía contemporánea.
Si la filosofía pura racional, meramente teorética, termina pensando el concepto de Dios, la filosofía positiva de Schelling invierte el modelo al considerar la existencia de Dios como raíz de la metafísica empírica que se desenvuelve en la historia. La conciencia humana aparece entonces como «éxtasis de Dios», elemento crucial en el drama divino, donde la divinidad pugna por superarse a sí misma, alcanzando el Bien y sometiendo al mal.
Al abordar de un modo que apunta al método fenomenológico la filosofía de la mitología, Schelling describe los fundamentos de esta peculiar historia sagrada a partir del hecho religioso, categoría que anticipa la filosofía de la revelación.
El renombrado neurocientífico Joseph LeDoux indaga en la historia natural de la vida en la tierra para brindar una nueva perspectiva sobre las similitudes entre nosotros y nuestros antepasados. Esta revisión de la evolución en la Tierra arroja nueva luz sobre cómo evolucionaron los sistemas nerviosos en los animales, cómo se desarrolló el cerebro y qué significa ser humano.
En Una historia natural de la humanidad, LeDoux sostiene que la clave para comprender el comportamiento humano radica en ver la evolución a través del prisma de los primeros organismos vivos. Al tiempo que rastrea la cadena evolutiva a lo largo de los años, muestra cómo incluso los primeros organismos unicelulares tuvieron que resolver los mismos problemas a los que nos seguimos enfrentando en nuestro día a día. Asimismo, LeDoux explora nuestro lugar en la naturaleza, cómo la evolución de los sistemas nerviosos mejoró la capacidad de los organismos para sobrevivir y prosperar, y cómo el surgimiento de lo que los humanos entendemos como conciencia hizo posible nuestros mayores y más horrendos logros como especie.
Habiéndose gestado el feminismo norteamericano –como movimiento y teoría política– en el seno de las luchas abolicionistas y obreras de finales del siglo xix, ¿cómo es posible que la voz y las reivindicaciones de las mujeres negras hayan sido sistemáticamente invisibilizadas por el feminismo blanco liberal? A partir de esta pregunta, Angela Davis traza una nueva genealogía de los movimientos radicales de liberación norteamericanos en la que desvela las raíces comunes de las luchas antiesclavistas y de los movimientos de defensa de los derechos de las mujeres.
A lo largo de sus páginas, se muestra el contexto material y simbólico en el que se fueron plasmando las diversas luchas, la fuerza de la organización colectiva frente a las fuerzas de poder y explotación dominantes. Pero no se trata de un mero ajuste de cuentas con el pasado: también proyecta una mirada al futuro. Una reconstrucción como esta brinda un análisis esclarecedor no sólo para denunciar las situaciones de injusticia, sino para explicitar las estrategias de lucha y los problemas de composición de las diferencias que, hoy día, siguen desgarrando los movimientos políticos.