Tras 16 años de estudio previo, se editó este primer tomo, que trata la historia desde la aparición y la extensión del cristianismo, hasta su elevación a religión del Estado. El libro comienza con una visión del Antiguo Testamento. Deschner describe la invasión de los israelitas, tras la pérdida de poder de Egipto en Palestina durante los siglos XIV y XIII a.C. y la destrucción del sistema de ciudades estado cananitas. Esta introducción, que no afecta directamente al cristianismo, sino al antiguo judaísmo, presenta la contradicción entre las reivindicaciones religiosas y la violencia política: Deschner ve en ello el origen de una tradición de guerra santa que más tarde provocará innumerables asesinatos en masa en nombre del Dios de Israel. Describe las muchas penas de muerte previstas en la Torah para delitos religiosos, la política de conquistas del Rey David, el poder y la corrupción de los sacerdotes y finalmente el sometimiento y la destrucción de Israel en época romana. El éxito del cristianismo en el Imperio romano sólo fue posible gracias a dicha destrucción, ya que así los cristianos podían considerarse como el «Israel auténtico de Dios».
Aparecieron los primeros grandes doctores de la Iglesia, y los santos, en contra de todas las pasiones humanas, realizaron una serie de ejercicios mentales dignos de todo encomio que han entrado a formar parte tanto de la historia de la fe como de la historia del pensamiento [...]”. Sin embargo, cabe puntualizar que esto no se produjo en contra de todas las pasiones humanas sino en buena medida por ellas, pues quien se toma en serio el espíritu no puede creer que uno sea dos o tres o que tres sea igual a uno. La teología cristiana llama a esto suprarracional y no contrarracional o irracional. Lo llama misterio, no absurdo. Y al haber entre el cielo y la tierra tantas cosas que nuestra filosofía escolástica ni se imagina, no es necesario tomar por verdadero todo lo que se ha imaginado, ni hace falta tomar el mayor de los absurdos por cierto y considerarlo un gran misterio. “Si Dios —dice Diderot—, por quien tenemos la razón, exige sacrificar la razón, es un prestidigitador que hace desaparecer lo que acaba de dar.
Innovadora, curiosa, polifacética y extremadamente aventurera, Agatha Christie se lanzó sin complejos a conquistar con entusiasmo cada uno de los intereses con los que se cruzó, amoldando la vida a su gusto en lugar de encajar en los estándares de su época. Se dice de ella que fue una de las primeras mujeres en volar en avión, y posiblemente la primera británica que montó en una tabla de surf; conducía con increíble destreza en una época en que la mayoría de hombres no poseía coche, y emprendió viajes sin más compañía que su máquina de escribir a lugares tan lejanos que pocas mujeres se hubieran atrevido a ir. En esta amena biografía, el lector emprenderá una profunda inmersión en la vida de una autora cuya trayectoria se escribió con la tinta de los acontecimientos mundiales del siglo xx. También conocerá deliciosas anécdotas, el origen de sus obras más conocidas y los entresijos de su extraña desaparición en 1926, un suceso sobre el que la autora y su familia jamás se pronunciaron.