Nuestra historia más remota bajo una luz absolutamente innovadora, que descubre cómo se organizaban nuestros ancestros y responde a una pregunta clave: ¿existió el comunismo en la prehistoria de la península Ibérica?
La historia de las personas anónimas que construyeron las milenarias piedras de los dólmenes de la península Ibérica no se ha contado aún. Fueron hombres y mujeres sorprendente-
mente parecidos a nosotros, y las nuevas técnicas de la arqueología actual nos permiten recuperar por primera vez las fascinantes sutilezas de su vida social y política.
En Hoces de piedra, martillos de bronce, el arqueólogo Rodrigo Villalobos nos sumerge en un pionero viaje a la prehistoria ibérica. Contemplaremos nuestra historia más remota bajo una
luz absolutamente innovadora y descubriremos las formas en que nuestros ancestros organizaron su existencia. Ya fuera en sociedades comunalistas democráticas o bien bajo el yugo de auténticas aristocracias guerreras que se erigieron como gobernantes de los primeros Estados arcaicos, nuestros antepasados protagonizaron una historia apasionante, en la que los episodios de trabajo cooperativo y apoyo mutuo convivieron con situaciones de explotación, opresión y dominación.
Hoces de piedra, martillos de bronce es una novedosa e imprescindible visión del pasado prehistórico de España.
Alexander Batthyány y Elisabeth Lukas conversan sobre los desafíos psicológicos y sociales de nuestros días, y responden a estas preguntas desde la perspectiva de la logoterapia de Viktor Frankl y los descubrimientos psicológicos actuales. ¿Cómo mantenerse mentalmente sano en las fases difíciles de la vida? ¿Cómo podemos abordar adecuadamente las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial? ¿Cómo proteger y mejorar la salud mental en tiempos de crisis, aportando además efectos positivos y sanadores para la sociedad?
Hacia el siglo IV, las pautas europeas de matrimonio y de parentesco experimentaron una transformación radical. La Europa cristiana rompió con su propio pasado y estableció unas prácticas que se separaron claramente de las vigentes en el Próximo Oriente, el norte de África y Asia. En esta obra, Jack Goody defiende que desde el siglo IV se desarrolló en el norte del Mediterráneo un sistema de parentesco peculiar, cuya implantación puede atribuirse a la acumulación por parte de la Iglesia de propiedades, ya que reguló unas normas de matrimonio que permitían canalizar la riqueza desde el medio familiar hacia la institución eclesiástica. Al mismo tiempo, la estructura de la vida doméstica se vio totalmente alterada al insistir la Iglesia en la voluntad del individuo, en la pareja conyugal y en el parentesco artificial por encima de los tradicionales lazos naturales.