Una pregunta se le impuso a Compagnon mientras preparaba su último curso en el Collège de France: ¿cómo culminar una vida consagrada a la escritura? De Montaigne a Barthes, la literatura se ha ocupado de la muerte al abordar temas como el duelo y la melancolía, pero la obra tardía de los escritores ha suscitado menos interés que el estilo de vejez de pintores y músicos, más afectado por el declive de los sentidos. Estos ensayos constituyen, pues, una meditación sobre el relato final de la existencia, pero también sobre lo sublime, las ultima verba, el canto del cisne, las segundas oportunidades y el poeta eterno, para reunir un valiosísimo compendio de las inestimables perspectivas que los textos nos ofrecen.
Un manifiesto filosófico que desafía la tiranía de la productividad y proclama el derecho a la pereza para garantizar el libre descanso como un bien común al alcance de cualquiera.
«Quiero libertad, el derecho a expresarme por mí misma, el derecho de todos a las cosas bellas y radiantes.» La declaración con que Emma Goldman definió el anarquismo no solo habla de un movimiento político, sino que contiene una filosofía donde la belleza, el placer y la igualdad son elementos esenciales de la existencia humana.
Inspirado en Paul Lafargue y Hannah Arendt, Juan Evaristo Valls Boix hace de esta convicción la base para desplegar un conjunto de políticas sociales que cuiden la vida allí donde es inútil y no trabaja. Con una prosa luminosa y combativa, el autor defiende derechos esenciales -como el derecho a la pereza, la huelga o la jubilación- no como concesiones del sistema, sino como actos radicales de resistencia a la alienación capitalista.
Para quienes encuentran en el entusiasmo, la autosuperación o el emprendimiento una sucia trampa neoliberal con la que justificar la explotación y la precariedad, este libro es una invitación a la tranquilidad y la holgazanería, pero sobre todo es un alegato en favor de las estructuras públicas que las hacen posibles. La pereza ha sido durante demasiado tiempo el privilegio de unos pocos, ya es hora de que se convierta en un derecho para todos.
Una reflexión profunda sobre el poder de la emancipación humana.
Eros y civilización parte de la tesis sustentada por Freud –particularmente en El malestar de la cultura - de que la civilización necesita una rígida restricción del «principio del placer». Pero basándose en las posibilidades de la civilización llegada a madurez, Herbert Marcuse aduce que la existencia misma de esta depende de la abolición gradual de todo lo que constriña las tendencias instintivas del hombre. Sin embargo, Marcuse defiende que los logros alcanzados por las culturas occidentales han creado ya los prerrequisitos para el surgimiento de una civilización no represiva pero, ¿de qué depende que nos liberemos de las cadenas que constriñen nuestros deseos?.