Hasta ahora, nadie fuera de los círculos oficiales ha sabido con exactitud qué sucedería si un estado rebelde lanzara una cabeza nuclear contra el Pentágono. Segundo a segundo y minuto a minuto, estos son los acontecimientos, acciones y protocolos reales que coreografían el fin de la civilización.
Las decisiones que afectan a miles de millones de vidas deben tomarse en seis minutos a partir de información incompleta y parcial, y a sabiendas de que, una vez se ejecuten, nada es capaz de detener la destrucción. A partir de docenas de entrevistas con expertos militares y civiles que han construido estas armas, que han formado parte de la creación de los planes de respuesta y que deben asumir la responsabilidad de las decisiones cruciales, la finalista del Premio Pulitzer Annie Jacobsen logra el más fidedigno y escalofriante relato de las consecuencias definitivas de una Guerra nuclear.
UN INCISIVO ESTUDIO GEOPOLÍTICO SOBRE CÓMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ Y HACIA DÓNDE VAMOS.
Guerras, cambio climático, rivalidad entre potencias, avances tecnológicos, el fin las monarquías y el de los imperios: ¿qué futuro nos espera?
Robert D. Kaplan presenta en su nuevo libro un argumento novedoso que conecta el panorama geopolítico actual con los fenómenos sociales contemporáneos, incluida la urbanización y los medios de noticias digitales, basándose en obras modernas fundamentales de filosofía, política y literatura, incluido el poema del que toma prestado el título.
Mientras que la obra de T. S. Eliot, publicada después de la Primera Guerra Mundial, trataba la ruptura y el colapso de la civilización, y las obras de Sartre y Camus, escritas tras la Segunda Guerra Mundial, abordaban la falta de sentido y la primacía de la neurosis, Kaplan sostiene que el mundo después de la Guerra Fría ha girado en torno a la obsesión por uno mismo.
En esta crónica ensayística, Kaplan hace predicciones audaces y contraintuitivas sobre hacia dónde se dirige el mundo. Al igual que muchos de sus títulos anteriores, este texto está predestinado a ser un documento histórico, citado y comentado con reverencia durante las próximas décadas.
El racismo muta constantemente: varía de forma, de tamaño, en sus límites, propósito o función ante los cambios en la economía, la estructura social y, sobre todo, ante los desafíos y resistencias que se encuentra. Cada nueva generación, define el racismo a su propia imagen y semejanza.
El éxito actual de figuras políticas y partidos xenófobos no es consecuencia de una reacción contra el progreso antirracista; triunfan porque su retórica política hace explícito lo que ya está implícito en las prácticas racistas y violentas de los Estados liberales. Tras la imagen de la mujer negra beneficiaria de prestaciones sociales, del hombre musulmán radical o del inmigrante contestatario, yace el miedo al radicalismo feminista negro, al movimiento nacional palestino, o a la politización de las clases trabajadoras surgida de la organización migrante. Sus imágenes encarnan los significantes desplazados del fracaso del neoliberalismo violento.
La propagación de la ideología racista en las sociedades occidentales no es un derivado de la polarización social, sino el cómplice necesario de un imperialismo «liberal» que regresa a casa como un bumerán, a poner en práctica, contra su propia población civil, las políticas coloniales que impone en el resto del planeta. En consecuencia, y como cuenta Arun Kundnani, el antirracismo no fragmenta la lucha de clases, sino que la radicaliza.