Una propuesta para enfrentar los problemas del sistema educativo.
«Hoy me dedico a engañar más que a enseñar». Así rezaba la carta con la que Daniel Arias encendió en las redes un gran debate sobre nuestros jóvenes y nuestro sistema educativo. Este libro, en cambio, no engaña a nadie. Tras veinte años de experiencia docente, el catedrático madrileño es claro, aunque inquietante: la actitud antiuniversitaria de muchos estudiantes, apresados por las redes sociales, los móviles inteligentes y demás herramientas digitales, hace que sea «el ciber» quien rige sus vidas y no al revés. El problema es grave porque estos alumnos no solo terminan por no poseer conocimientos dignos de su calidad de universitarios, sino que han perdido el interés en alcanzarlos; este se ha desplazado hacia el entretenimiento y la evasión crónicas. Y mientras tanto, «la sociedad disimula y mira para otro lado».
Con un mensaje sencillo, directo y práctico, capaz de conectar toda la comunidad educativa —estudiantes incluidos—, el autor nos da las claves que nos han hecho llegar a este punto y nos acerca a la realidad en las aulas a día de hoy. Además, nos propone acciones «incómodas» para solventarlo y romper el paradigma actual. ¿Seremos lo bastante valientes como para llevarlas a cabo?
Hay libros que mueren poco a poco, después de una larga vida infundida por sus lectores. Otros libros, en cambio, nacen como flor marchita de un día, prematuramente barridos por el inmisericorde viento del olvido, pero que sin embargo siguen guardando en sus páginas un soplo de vida que sólo los lectores más atentos son capaces de detectar. A esta clase de libros pertenece sin duda De negros y plagiarios. Quimeras y verdades en la historia, del escritor, abogado, diplomático e historiador mexicano Carlos Pereyra, quien, con una impagable voluntad develadora, un persistente y minucioso trabajo de re-hacedor de la historia y un alarde de lector voraz de las fuentes textuales primarias en las que se apoya, fue capaz de levantar un argumentario incontestable a la hora de poner en solfa cuantas afirmaciones, teorías y crónicas impostadas han pululado en manuales escolares, libros y tesis lamentablemente perturbadoras de cualquier imaginario colectivo. Porque si hay algo que la ensayística de Pereyra no tolera es consentir que en los asuntos de la historia los libros de historia sean la única y verdadera historia.
Biografía de Dora Maar, una de las personalidades más interesantes del siglo XX, cuyo ojo detallista y poético fue testigo de los procesos creativos de intelectuales como Picasso y Bataille. Alicia Dujovne nos conduce, a través de los hechos, las relaciones y la psicología hacia las razones que determinaron el doble encierro de Dora Maar: el terrenal, en el manicomio de Sainte-Anne de París, y el espiritual, en un misticismo solitario, que se prolonga hasta su muerte en 1997.
Escrita en un estilo detectivesco, descubriendo paso a paso nuevas pistas. La autora describe toda una época y nos invita a recorrerla junto a las estrellas del arte de vanguardia.
«¿Cómo justificar la reflexión filosófica a la luz de esos objetivos de política pública que la filosofía no es capaz por sí misma de satisfacer?»
Una reflexión que elogia la «inutilidad» del quehacer filosófico en un mundo gobernado por la técnica.
En este necesario y perspicaz ensayo, Carlos Peña se hace cargo críticamente del menosprecio del que, de un tiempo a esta parte, es objeto la filosofía. En base a acusaciones de despilfarro e inutilidad, ha sido progresivamente desplazada de los planes educativos en pro de una enseñanza enfocada en lo técnico y lo útil. Es por eso que el autor se pregunta si efectivamente la enseñanza de la filosofía carece hoy de justificación y sentido.
No hay mejor forma de ilustrar la importancia de la filosofía, afirma Peña, que introducir al lector en el tipo de reflexión que esta lleva adelante. Sirviéndose de ilustrativas anécdotas y de algunas de las más importantes ideas del siglo XX —formuladas por Heidegger, Wittgenstein u Ortega—, se explica en este ensayo de qué modo la filosofía se asoma a la estructura de la vida humana para descubrir, finalmente, que ella es una realidad que se interpreta a sí misma.
En otras palabras, si con la filosofía no se puede hacer nada, quizá ella sí pueda hacer algo con nosotros.
La mitóloga y folclorista de renombre mundial Maria Tatar nos revela una asombrosa pero largamente enterrada historia de heroínas, que nos lleva desde Casandra y Scheherezade hasta Nancy Drew y la Mujer Maravilla.
Una respuesta desde una perspectiva feminista a El héroe de las mil caras de Joseph Campbell.
Durante décadas, la célebre obra de Joseph Campbell El héroe de las mil caras, con su énfasis en el viaje que conduce a la gloria y a la inmortalidad, ha alimentado nuestra imaginación y ha dado forma a nuestra cultura. En este profundo y sincero libro, Maria Tatar desafía el culto a los héroes guerreros y a los líderes espirituales en clave masculina, revelando otra historia secreta: la de aquellas heroínas que muestran inteligencia, valor, empatía, curiosidad y cuidado en su búsqueda de la justicia.
Tatar pone de manifiesto cómo las heroínas, desde Scheherezade hasta la Mujer Maravilla, han pasado desapercibidas a pesar de haber demostrado un coraje enorme en su denuncia de la injusticia. Por momentos deslumbrante y escalofriante, La heroína de las 1001 caras crea un arco luminoso que nos lleva desde la antigüedad hasta el presente, explicando nuestro tiempo como ninguna otra obra de historia cultural.
Una brillante reflexión sobre la evolución de los valores escondidos en las historias que contamos, escribimos y reinventamos, que nos invita a un viaje hacia la autocomprensión y el empoderamiento.
Este libro recoge algunos textos clave para entender la obra y enseñanzas de una de las figuras más importantes de la edición en lengua española. El Constantino Bértolo que nos habla desde estas páginas es el Bértolo editor: aquel que en la editorial Debate nos descubrió autores como Rafael Chirbes, V. S. Naipaul, W. G. Sebald, Rick Moody o Cormac McCarthy; aquel sin el que tal vez no habríamos disfrutado de Ray Loriga, Luis Magrinyá, Marta Sanz o Elvira Navarro. Aquel capaz de montar en un gran grupo un sello como Caballo de Troya. Un editor siempre contundente y, con frecuencia, dotado de una capacidad de disección de la realidad que desarticula cualquier cursilería. Y un editor que se desvive por aportar, por intervenir, por contagiar. «Una poética editorial» refleja la falla entre dos mundos (uno ya pasado, otro aún por configurar) que el autor ha sabido identificar como nadie. Sin embargo, aquí no hay lugar para el apocalipsis y sí para la ironía, «esa forma de decir lo que no se puede decir». Por tanto, y como aviso para navegantes, invitamos al lector para que saboree ese punto de sorda retranca que, de cuando en cuando, aflora y que no podría estar más alejada de todo derrotismo.