Desde su aparición, el Homo sapiens ha sentido miedo y asombro ante la inmensidad y el poder de la Naturaleza. De este maravillarse surgieron la pregunta sobre el enigma de su existencia y el sentimiento de lo sagrado. En el curso de su historia, los humanos no sólo han organizado progresivamente la vida social en torno a mitos y religiones, sino que también han desarrollado una dimensión evolutiva espiritual única para afrontar las grandes cuestiones del mundo.
Pero ¿por qué el sapiens es también un Homo spiritus: el único animal que busca dar sentido a su vida, practica rituales funerarios y cree en fuerzas invisibles? ¿Por qué el ser humano es el único animal que ha desarrollado un pensamiento simbólico, un lenguaje abstracto e inventado grandes relatos colectivos?
El escritor bestseller Frédéric Lenoir responde a estas preguntas esenciales y muestra, a lo largo de este viaje en el tiempo, la correlación entre las grandes revoluciones espirituales y las convulsiones de las sociedades humanas: desde la sedentarización hasta el mundo conectado, pasando por el nacimiento de las ciudades, las civilizaciones, los imperios y la modernidad.
La inteligencia artificial ha nacido cargada de promesas y de amenazas, suscitando a la vez entusiasmos y recelos. Tanto los entusiastas como los temerosos reclaman dotarla de ética para defender y empoderar a los seres humanos y a la naturaleza; algunos incluso aseguran que podremos acabar con las enfermedades, la muerte y crear una especie superior que inaugure un mundo de paz y felicidad.
Ante esta visión tan optimista, ¿hablamos de «ética» o de «ideoogía»? ¿No se está dando por ciencia lo que no lo es para atraer suculentas inversiones, o incluso ganar en la competencia por el poder mundial? Y todo ello mientras en el espacio público triunfa la razón estratégica y se produce el eclipse de la razón comunicativa. Es ésta una pésima noticia si queremos fortalecer la democracia, que está en peligro en el contexto mundial. Y, por supuesto, en España, Europa y América Latina.
Era famosa la reticencia del escritor Milan Kundera a explayarse sobre su existencia («Olvidad mi vida, ¡abrid mis libros!») o dar explicaciones sobre su producción literaria; también, su renuncia, a partir de los años ochenta, a conceder cualquier tipo de entrevista a los medios de comunicación. Sin embargo, la estrecha amistad del matrimonio Kundera con la escritora y periodista cultural Florence Noiville permitió a ésta enhebrar, más que un denso ensayo biográfico, un retrato intimista y fascinante, una suerte de paseo a lo largo de sus recuerdos y anécdotas, una excusa para detenerse en alguna ciudad importante, comentar una fotografía, un dibujo o una determinada composición musical. A partir de largas conversaciones en cafés, charlas en su apartamento parisino y de un esclarecedor viaje a la Moravia natal de Kundera, Noville nos presenta a un Kundera irónico y lúcido, y sobre todo nos invita a (re)descubrir a uno de los mayores escritores del siglo xx, un autor que con sus novelas y ensayos ridiculizó las utopías e ideologías y nos hizo reflexionar sobre las pasiones que alimentan nuestros sueños y nuestras mentiras.