¿Puede una paloma marcar el destino del próximo líder espiritual de mil millones de personas? ¿Qué reunión arranca con el golpe de un martillo de plata sobre la cabeza de un cadáver ilustre? ¿En qué elección mundial reina el silencio absoluto... mientras muchos sospechan que el Espíritu Santo ya ha elegido? Eso no estaba en mi libro de historia de los cónclaves se adentra en el engranaje más cerrado, simbólico y desconcertante de la Iglesia católica: la elección del papa de Roma. El sacerdote y vaticanista Mateo González Alonso combina historia, crónica y singularidades para mostrar lo que rara vez se revela durante un proceso de sucesión pontificia: cardenales que entran con maletas registradas, chistes sobre perritos antes de comer, votos susurrados bajo los frescos de Miguel Ángel y ujieres que apremian a los rezagados antes de cerrar las puertas con llave. A medio camino entre el poder terrenal y una fe que sobrepasa lo visible, el cónclave es una ceremonia sagrada que apenas ha cambiado desde el siglo XIII, aunque hoy las sotanas pasen por escáneres antiespías y las normas se actualicen. Y, pese a todo, continúa siendo un acto de fe. Aunque haya intrigas, acuerdos tácitos y candidaturas disfrazadas de humildad, siempre queda espacio para lo inesperado. Como aquel día en que un cardenal olvidó preparar discurso y acabó saludando al mundo como sucesor de san Pedro. Entre anillos, votos secretos, rezos y pasillos, se decide algo más que un liderazgo espiritual. Se mide el pulso de una institución que resiste, se transforma y aún sorprende. Allí no solo se elige a una person se escenifica un misterio.
Entre el 11 de febrero de 1990 y el 10 de mayo de 1994, Nelson Mandela pasó de ser el prisionero político más famoso del mundo a presidente de su país. Fueron cuatro años vertiginosos y fascinantes que dieron la talla humana y política de un líder excepcional.
John Carlin, observador privilegiado de esa etapa, traza un emocionante retrato de Mandela en el que demuestra que se puede ser un gran político sin dejar de ser una gran persona, y que la reconciliación y la convivencia son no solo deseables sino posibles incluso en las circunstancias más difíciles.
«John Carlin ha sido muy valiente a la hora de escribir sobre nuestro país y ha contado cosas que muchos periodistas nunca se hubieran atrevido a explicar.» —Nelson Mandela
«Creo que por muy importante que haya podido ser la presencia de Mandela en el escenario global, todavía queda mucho que decir acerca del hombre que fue, sobre la calidad de su liderazgo y el legado que deja al mundo. Mi esperanza es que cuando los lectores terminen este libro tengan un conocimiento más profundo de Mandela como individuo y comprendan por qué ha sido, tanto en lo moral como en lo político, la figura más destacada de nuestra era.» —John Carlin
En El talento de Mr. Ripley, la más célebre novela de Patricia Highsmith, aparece su más fascinante personaje: el inquietante y amoral Tom Ripley, figura prototípica de un género que Highsmith inventó, situado entre la novela policíaca y la novela negra, entre Graham Greene y Raymond Chandler, donde el más trepidante suspense se aúna a un vertiginoso análisis psicológico.
Mr. Greenleaf, un millonario americano, le pide a Tom Ripley que intente convencer a su hijo Dickie de que regrese al hogar. Tom acepta el encargo –de paso pone tierra por medio a posibles problemas policiales– y encuentra a Dickie y a su amiga Marga, con quienes establece una turbia relación que desemboca en el crimen y el engaño.
Con el título de A pleno sol, la novela fue llevada al cine en 1960 por René Clement, con Alain Delon en el papel de Ripley. En 1999 se estrenó un remake titulado El talento de Mr. Ripley, dirigido por Anthony Minghella y protagonizado por Matt Damon, Gwyneth Paltrow y Jude Law.