El trabajo de Gilles Deleuze y Félix Guattari ha sido siempre inspirador para arquitectos y teóricos de la arquitectura; se ha citado con frecuencia en este ámbito pero, de forma generalizada, no ha sido bien entendido.
La colaboración de Deleuze y Guattari produjo, entre otras obras, El Anti Edipo: Capitalismo y esquizofrenia. El libro se tomó como un manifiesto en la escena posestructuralista. Se asoció con el espíritu de las revueltas estudiantiles de 1968. Sus ideas promueven la creatividad y la innovación, y su trabajo abarca muchos campos, es complejo y estimulante sin límites. Su mirada sobre la filosofía, la política, el psicoanálisis, la física, el arte y la literatura ha cambiado nuestras percepciones sobre todo lo que se ha cruzado en su camino. Al tomar contacto con sus ideas, la arquitectura se convierte en parte de un entramado vital, enredada en las cosas que pensamos y hacemos, estemos intentando salvar un hábitat o tarareando un estribillo en el paseo de vuelta a casa.
Este libro es una introducción perfecta para cualquiera que desee iniciarse en el pensamiento de estos autores y que esté interesado en el cruce entre arquitectura y filosofía.
Igual que las raíces de las plantas y los brotes que crecen en las grietas del suelo pueden llegar a dañarlo y desnivelarlo, algunos traumas actúan como un «cuerpo extraño» en una herida, saboteando nuestro presente y generando un sufrimiento innecesario.
De la mano de la psiquiatra Rosa Molina, vamos a distinguir los traumas más conocidos, «los de alto voltaje» —un suceso único y devastador que marca un antes y un después en la vida de una persona—, de los microtraumas —heridas emocionales de una envergadura aparentemente menor, pero cuyas características, frecuencia o contexto condicionan nuestra vida y nuestra relación con los demás.
Heródoto fue un incansable viajero, circunstancia que es determinante para su actitud como historiador. Aunque aprovechó en la medida de lo posible los escritos de sus antecesores en el género, la investigación, de la que habla al principio de su obra, es un trabajo personal, un acopio de datos " in situ " . Sus estancias en los centros culturales y políticos del mundo antiguo fueron prolongadas, viajó por todos los países griegos y llegó hasta el Mar Negro, Chipre, Egipto, Citera, Tiro. El saber adquirido en sus viajes se refleja en la primera parte de su obra, mientras que en la segunda, en la que cuenta la historia de Grecia, depende de informadores nativos y de su trato con los hombres más distinguidos que fueron sus contemporáneos.