Mientras Berlín se iluminaba fantasmagóricamente con las piras donde ardían libros prohibidos, los nazis llevaban a cabo un crimen cultural de proporciones aún mayores. A través de una pormenorizada investigación, en Ladrones de libros. El saqueo nazi de las bibliotecas europeas y la lucha por recuperar la herencia literaria Anders Rydell ha documentado el saqueo de bibliotecas, públicas y privadas, y librerías que, a lo largo y ancho de la Europa ocupada, llevaron a cabo las tropas alemanas. Los anaqueles de judíos, comunistas, políticos liberales, activistas por los derechos LGTB, católicos, masones y de cualquiera que entrara en la larga lista de enemigos del régimen, fueron expoliados y las obras que contenían esgrimidas como armas intelectuales contra sus dueños. Pero, en paralelo, Ladrones de libros es la historia cuasi detectivesca de cómo un heroico puñado de bibliotecarios, y con ellos el propio autor, han emprendido la tarea de devolver estos libros a sus dueños legítimos. Para ello, han peinado las bibliotecas públicas de Berlín con el fin de tratar de identificar los volúmenes robados y han intentado dar con los familiares de aquellos que fueron despojados. En muchos casos, estos libros son el único objeto que los descendientes de víctimas del Holocausto podrán tener entre las manos como un recuerdo. La Segunda Guerra Mundial fue también un conflicto cultural y el estudio y refutación de toda la literatura «degenerada» que los nazis expoliaron pretendía justificar el deseo de Alemania de dominar el mundo y derrotar a sus enemigos con la «ciencia», así como sentar las bases intelectuales sobre las que descansaría el Reich de los mil años. Un Reich que se levantaría no solo sobre sangre y piedra, sino también sobre palabras.
De las muchas obras teatrales que escribió Esquilo a lo largo del siglo v a. C., tan solo siete se han conservado completas. A pesar de ello, son suficientes para considerarlo no solo uno de los autores más grandes de la Antigüedad, sino también el escritor que moldeó la tragedia como género literario. Fue él quien adaptó una serie de mitos y los dotó de un estilo dramático que nunca había existido.
Conocer a Esquilo es sumergirse en los orígenes de la tragedia, y quizá el mejor libro para entender la magnitud de sus logros es el lúcido ensayo clásico que Gilbert Murray le dedicó. Aquí están todas y cada una de las claves que hicieron de Esquilo un gigante que alumbró todo el género teatral posterior.
Por primera vez en la historia del hombre, encaramos un nuevo y total desafío ante el ideal de la persecución de la verdad pura y abstracta. Por primera vez, podemos concebir una incongruencia fundamental, un desfase crucial, entre la búsqueda de la verdad y los ideales igual de exigentes de justicia social o, aún más centralmente, entre la verdad y la supervivencia. Lo que está en juego en la carrera obsesiva por el descubrimiento ya no es una pierna rota de Tales o el descuido mortal de Arquímedes. Podría ser, tal vez ya lo sea, la existencia continuada del individuo y de la sociedad tal como los conocemos.
«Creo que la verdad tiene futuro. Que lo tengamos nosotros es algo que está menos claro. Pero solo el hombre puede suponerlo».
Un análisis iluminador y fascinante de una las mentes fundamentales de la cultura europea del siglo XX. La incisiva, audaz e irónica mirada del irrepetible humanista, recorre épocas históricas, las vidas de sus protagonistas, clásicos de la literatura, obras de arte cautivadoras y filosofías clarificadoras, para ofrecernos una verdad que solo un pensador como Steiner, observando desde la atalaya de su infinita erudición, puede destilar.