La génesis, ejecución y secuelas del día D a través de los ojos del propio Winston Churchill.
Al amanecer del 6 de junio de 1944, el desembarco de la mayor armada de buques jamás reunida comenzó a las 6:30 horas. Durante la noche, los paracaidistas aseguraron el flanco oriental de la zona de desembarco, mientras que otras Divisiones Aerotransportadas estadounidenses protegían el flanco occidental para evitar contraataques alemanes. Cuando Gran Bretaña se despertó con la noticia del desembarco, la declaración formal ante la Cámara de los Comunes recayó sobre su Primer Ministro, Winston Churchill. Aunque Churchill era consciente de la enorme responsabilidad que tenía para con los soldados británicos y los civiles franceses, y aunque sabía que sus oponentes políticos cuestionarían su liderazgo, apenas compartirá las conversaciones, los pensamientos más íntimos, las deliberaciones y las decisiones que ha estado tomando y que seguirá tomando en este día. Todo pende de un hilo. El Día D de Churchill ofrece exactamente esa historia viva, una oportunidad sin precedentes para que los lectores vivan la Invasión de Normandía como la vivió el propio Bulldog británico.
Si miramos con perspectiva nuestra historia, de los más de 120.000 años que tiene nuestra especie, la escritura existe desde hace solo cinco mil. Leer es algo muy nuevo. Mucho más aún lo es la lectura individual y en silencio. Antes de leer como lo estás haciendo ahora mismo, la literatura era un acto social y se leía para otros, y no solo eso, sino que en el Renacimento llegó a existir la figura de «Lector de su Majestad». Obras como El Quijote, La Celestina o El Lazarillo de Tormes llegaron al pueblo gracias a las declamaciones que se realizaban en las calles y este tipo de lectura sería clave también en el progreso de las ideas revolucionarias entre los franceses del siglo XVII. La lectura en voz alta llegó a ser un acto popular en las reuniones sociales del siglo XIX y, a pesar de haber cambiado nuestro modo de leer, ha pervivido de un modo u otro hasta nuestros días.
¿Por qué se leía en voz alta?¿Cuándo y por qué pasamos a hacerlo en silencio? ¿Tiene sentido leer en alto en el s.XXI? ¿Cómo han aprendido a leer las máquinas y cómo leeremos en el futuro?. Maribel Riaza intenta dar respuesta a todas estas preguntas en este libro ameno, divulgativo y lleno de curiosidades que nos lleva a conocer mejor cómo eran los lectores que nos han precedido y cómo se ha disfrutado de la literatura a través de este noble arte de leer.
Descubre la vida y el pensamiento de un hombre excepcional y una de las personalidades más brillantes del Japón de su tiempo: Jigoro Kano, el fundador del Judo. Nacido en 1860, Kano vivió en una revolucionaria época de cambios que propiciaron la caída del antiguo régimen feudal y el comienzo de la era moderna en Japón. Imbuido por la tradición y la educación samurái, el joven Kano creció inmerso en los nuevos aires de la modernización y recibió influencia de las ideas occidentales. Sin renunciar nunca al camino de la sabiduría tradicional, Kano trabajó durante toda su vida por la igualdad, el libre desarrollo de las personas y el bienestar de la sociedad en un país renovado que deseaba equipararse a Occidente. Su gran obra y legado para futuras generaciones fue la creación del Judo: una disciplina marcial que combina técnicas de lucha, educación física y espíritu de superación personal cuyo objetivo es ser «un camino para la formación y mejoramiento del ser humano». Shu y Jin Taira nos invitan a conocer al maestro de maestros, un hombre de voluntad firme e inteligencia brillante, y a sus discípulos y colaboradores más destacados, cuyo legado conjunto trasciende lo deportivo y promueve una concepción universal e igualitaria del ser humano.