El camino de Alemania hacia su hundimiento, narrado de manera vibrante, a través de un mosaico de vidas cruzadas, de pequeñas y grandes historias entrelazadas.
A comienzos de 1943, Alemania vive horas cada vez más sombrías: en Stalingrado ha sido aniquilado un ejército entero y el ministro de propaganda, Joseph Goebbels, insta a la población a la guerra total. Mientras la gente intenta evadirse con la frivolidad de los desfiles de moda, los estrenos de cine y las veladas en los cabarets, debe padecer tambien la crudeza de los bombardeos nocturnos; a su vez, los judíos que aún no han sido deportados ven su existencia diaria cada vez más acorralada. En Berlín, el joven y prodigioso pianista Karlrobert Kreiten llena las salas de concierto y tiene ante sí un brillante futuro como intérprete. Sin embargo, tras un casual comentario crítico sobre el curso desastroso de la guerra y la salud mental de Hitler, Kreiten es denunciado ante la policía. Le aguardan meses de duros interrogatorios a manos de la Gestapo.
Oliver Hilmes traza en esta obra un fascinante mosaico de Alemania y de los alemanes a lo largo del año 1943, y entrelaza historias de valor y resistencia, mezcladas con el relato de traiciones entre vecinos y actos de violencia inusitada. Y mientras muchos fantaseaban con una milagrosa victoria final y seguían ciegamente al Führer, otros, como los héroes de la Rosa Blanca, no dudaron en arriesgar y perder su vida oponiéndose a la dictadura. Centrada en el trágico destino del pianista Karlrobert Kreiten, Vidas ante el abismo recoge asimismo la voz de testigos como Victor Klemperer o Thomas Mann.
En Farmaconomía, el periodista Nick Dearden cuenta su investigación que le hizo darse cuenta del modo en que producimos nuestros medicamentos y descubre que las grandes farmacéuticas nos están fallando, con consecuencias catastróficas. A esas grandes empresas les interesan más los beneficios que la salud. Eso quedó claro cuando los gobiernos se apresuraron a producir vacunas durante la pandemia de COVID-19. Detrás de los tan cacareados avances científicos, realizados sobre todo con fondos públicos, las grandes empresas encontraron nuevas formas de sacar miles de millones más a los gobiernos de Occidente mientras abandonaban al Sur Global.
La inteligencia artificial ha dejado de ser un argumento inquietante de las películas de ciencia ficción para convertirse en una cuestión tan real como urgente. Su evolución y los inevitables debates éticos que acarrea nos incumben a todos, pero suele delegarse esta responsabilidad en los propios directivos de las empresas tecnológicas, a menudo coaligados con quienes tienen intereses económicos.
Abrumados por un mundo que no terminamos de entender y que intuimos atractivo y peligroso, miramos hacia otro lado. Pero ¿estamos dispuestos a dejar un asunto tan delicado como el futuro de la humanidad en manos de una minoría? ¿Cómo garantizamos que los algoritmos no perpetúen sesgos y discriminación?, ¿Cómo deberíamos gestionar un fallo médico cometido por un robot?