Jacques Derrida fue un filósofo. Sin embargo, nunca escribió nada directamente filosófico. Su obra ha sido calificada como la más significativa del pensamiento contemporáneo. Pero también denunciada como la corrupción de todos los valores intelectuales. Derrida se ha vinculado de forma célebre con algo denominado DECONSTRUCCIÓN. Sin embargo, de todos los desarrollos de la filosofía contemporánea, puede que la deconstrucción sea la más difícil de resumir...
La especulación amenaza el futuro del país, pero aún estamos a tiempo de cambiarlo
Vivir en nuestras ciudades es como jugar una partida amañada de Monopoly: unos pocos acumulan propiedades mientras la mayoría lucha por no quedarse fuera. ¿El resultado? Una sociedad cada vez más desigual, donde heredar o no puede definir tu destino.
En este ensayo breve, ágil y respaldado por años de investigación, Jaime Palomera desmonta uno a uno los mitos que rodean al mercado de la vivienda. A partir de casos de éxito como Viena o Singapur, demuestra por qué los precios no van a dejar de subir y cómo solo cambios estructurales evitarán que barrios y pueblos se conviertan en cotos privados al servicio de unos pocos privilegiados.
Un libro que no solo desentraña las raíces de una crisis que afecta a millones de personas, sino que también explica cómo el mercado sí está intervenido, pero en favor del rentismo. Una llamada a la acción, a repensar las políticas actuales y a devolver a la vivienda su condición de derecho fundamental.
Las inmensas transformaciones en curso en nuestras sociedades no solo producen una desigualdad cada vez mayor de ingresos y patrimonios sino que alteran la identidad misma de los actores sociales. Ya no se trata de propietarios más ricos y trabajadores más pobres, sino de grupos enteros que ven reconfigurada su identidad en términos tanto objetivos como subjetivos. El grupo mayoritario, siempre en aumento, es el de los desposeídos: los que sufren la distancia geográfica, política y cultural respecto de sus sitios de trabajo, de los servicios públicos, de los bienes simbólicos y materiales. Los desposeídos son aquellos marcados por la precariedad y la exclusión, los que no tienen nada. El surgimiento de esta clase social ha puesto en entredicho la lógica misma del conflicto político. Desconectadas y distanciadas, las dos clases antagónicas ya no luchan: hoy lo que asegura el orden social es el distanciamiento con respecto al otro. En esta sociedad, que no es una sola, las clases populares no son los enemigos sino los olvidados. Es por esto, además, que sus malestares son ilegibles para las élites; así y todo, señala Guilluy, los desposeídos están en el origen de todas las protestas actuales. En este libro excepcionalmente lúcido y potente, el ensayista francés expone sin ambages el filo más amargo de la realidad contemporánea.