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ESTUCHE HUMANO, DEMASIADO HUMANO

En Humano, demasiado humano se hallan las raíces de una psicología destructiva que busca despertarnos del sueño moderno. Nietzsche, el caminante que habla con su sombra, da los primeros pasos que conducirán a la genealogía de la moral y hacia el nuevo amanecer que supondrá la llegada de Zaratustra. Pocas veces, en la historia del pensamiento, ha reverberado tan intensamente un «temple espiritual» como el de Nietzsche en el presente libro que no solo soporta, orgulloso y feliz, todo el peso del pasado, sino que denuncia los síntomas de la «gran enfermedad» de Occidente.
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CONTINENTE INDIGENA

El viejo y arraigado canon sobre la historia de América reza que Colón «descubrió» un continente extraño y trajo historias de sus incalculables riquezas. Los Estados europeos se apresuraron a conquistar la mayor parte posible de este asombroso «Nuevo Mundo» y, aunque los pueblos indígenas se defendieron, no pudieron detener la embestida. Los imperialistas blancos estaban destinados a dominar el continente, y la narración tradicional cuenta un camino irreversible hacia la inexorable destrucción de los nativos… Sin embargo, como en tantas otras historias de origen largamente aceptadas, esta también resulta estar basada en mitos y distorsiones. En su libro Continente indígena. La implacable pugna por Norteamérica, el aclamado historiador Pekka Hämäläinen presenta un potente argumentario que echa por tierra muchos de los supuestos más aceptados de la historia de Norteamérica. Hämäläinen gira nuestra perspectiva para alejarnos del Mayflower, de los padres fundadores y de otros episodios trillados de la cronología convencional, para acercarnos a un mundo de naciones nativas cuyos miembros, lejos de ser víctimas indefensas de la violencia colonial, dominaron el continente durante siglos tras la llegada de los primeros europeos. Desde los iroqueses en el nordeste hasta los comanches en las llanuras, y desde los indios pueblo en el sudoeste hasta los cheroquis en el sudeste, las naciones indias derrotaron a menudo a los recién llegados blancos. En 1776 varias potencias coloniales reclamaban casi todo el continente, pero los pueblos indígenas seguían controlándolo: como señala Hämäläinen, los mapas de los libros de texto modernos, que pintan gran parte de Norteamérica en bloques ordenados y codificados por colores, confunden los extravagantes alardes imperiales con el control real. Aunque la población blanca y el ansia de tierra de los colonos se dispararon, los pueblos indígenas florecieron gracias a una diplomacia y unas estructuras de liderazgo sofisticadas. De hecho, el poder de los nativos alcanzó su punto álgido a finales del siglo XIX, con la victoria lakota de Little Bighorn en 1876. En última instancia, Continente indígena sostiene que la propia noción de «América colonial» es engañosa, y que, en su lugar, deberíamos hablar de una «América indígena» que se fue convirtiendo en colonial de forma lenta y desigual. La prueba más palmaria del desafío indígena son hoy las cientos de naciones nativas que todavía salpican los territorios de Estados Unidos y Canadá. Un libro que devuelve a los pueblos nativos el lugar que les corresponde en la historia de Norteamérica.
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LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. UNA HISTORIA

La Segunda Guerra Mundial fue el mayor conflicto de la historia de la humanidad. Duró seis años y costó la vida a más de sesenta millones de personas. Trescientos millones de soldados participaron en los combates en todo el planeta, y el conflicto cambiaría el mundo para siempre. Desde las grandes ciudades de Europa hasta las junglas de Asia, desde los desiertos del norte de África hasta las remotas islas del Pacífico Sur y las heladas aguas del Ártico, la guerra llegó a todos los continentes y océanos del planeta. Y desde la Blitzkrieg hasta la bomba atómica, los combates impulsaron a un ritmo feroz nuevos desarrollos tecnológicos en tierra, mar y aire. La guerra forjó nuestro futuro.
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