Esta exhaustiva obra maestra de la espiritualidad presenta unas sencillas y poderosas prácticas de la tradición tibetana, asequibles a cualquier persona, sea cual sea su religión o tradición cultural, para que pueda transformar su vida, prepararse para la muerte y ayudar a los moribundos. El libro tibetano de la vida y de la muerte expone con claridad y un rigor sin precedentes la majestuosa visión que nos ofrece la tradición tibetana y combina esta sabiduría milenaria con la moderna investigación sobre la muerte, los moribundos y la naturaleza del universo para comprender, encarnar e integrar las enseñanzas budistas en la vida cotidiana. Esta no es solo una obra maestra espiritual, sino también un manual, una guía, un libro de consulta y una fuente de inspiración sagrada.
Uno de los rasgos más característicos de los samuráis era la serenidad con la que se enfrentaban a su adversario, que encaraban con una objetividad y una concentración absolutas. Y es que sabían que para garantizar su victoria era necesario contar con una estrategia de combate imbatible.
Estos principios no sólo son aplicables en las artes marciales, sino que el uso de la técnica y la estrategia puede resultar fundamental para vencer a nuestros adversarios en cualquier ámbito. Pues tanto en los negocios como en la vida, nos enfrentamos a batallas constantemente y para resultar ganadores debemos contar con las herramientas adecuadas.
La obra de Miyamoto Masashi, el legendario samurái que jamás perdió un combate, analiza el proceso de lucha y dominio del conflicto que subyace en todos los niveles de la interacción humana y es uno de los textos más profundos jamás escritos sobre el arte de la confrontación y la victoria.
Publicadas en 1928, estas lecciones de fenomenología aparecieron en edición de Martin Heidegger según la ordenación y composición del texto que había preparado Edith Stein en 1917. La investigación de Husserl, que en un principio sólo pretende aclarar la estructura interna de la conciencia que capta el paso del tiempo, se ve llevada a detectar, por la problematicidad misma del asunto, la existencia oculta de una síntesis perceptiva que a cada momento, sin posible fallo, sin participación del yo, sin necesidad de sensaciones, recompone la orientación temporal del campo fenoménico. La dificultad legendaria de estos análisis sólo es comparable a su relevancia teórica: el enigma del tiempo y el misterio de la conciencia revelan aquí una sorprendente afinidad intrínseca, que admite, con todo, aclaración descriptiva, es decir, fenomenológica.