Yo no estoy polarizado. Polarizados están los políticos, las redes sociales y los medios de comunicación. Nadie se considera partícipe de un fenómeno sobre el que, sin embargo, existe un enorme acuerdo social: la polarización es un riesgo para la salud de la esfera pública democrática. Un cierto propósito de enmienda puede parecer aconsejable. Pero al mismo tiempo, ¿no resultan sospechosos esos discursos equidistantes que reparten la culpa en todos por igual? Apelar a que actuemos con más responsabilidad cuando participamos en el debate público, ¿no es como pedir al náufrago que se salve nadando, o al desahuciado que conserve su casa ahorrando más dinero?
El propósito de este libro es delimitar la responsabilidad y el margen de acción de la ciudadanía ante el problema de la polarización. Con este fin, trata de aclarar qué tipos de polarización existen, cuáles son los factores que la explican, qué consecuencias tiene para nuestro ideal de espacio público, y qué procesos psicológicos, éticos, epistemológicos e ideológicos condicionan su propagación.
La relación socrática entre maestro y discípulo ha dejado una huella imborrable en la forma occidental de entender la enseñanza, tanto la estrictamente instructiva de ciertos conocimientos como, allí donde se apunta a una concepción integral de la educación, la más ambiciosa que aspira a formar la moral de los más jóvenes, transmitir valores e incluso reglas y principios de actuación política. Sin embargo, esta huella envuelve cierto misterio que insta a volver una y otra vez a los textos platónicos a fin de esclarecerlos, pero con el resultado, pretendido o no, de que de nuevo nos asombran. Así se hace en este libro, de la mano de notables especialistas, que recorren los pasos de Sócrates en diálogos como el Ion, el Laques, el Gorgias, el Protágoras, el Fedón, el Crátilo o el Teeteto. Pese a lo lejanas que puedan quedar en el tiempo, las enseñanzas de Platón, talladas en la voz de Sócrates, son todavía de utilidad en nuestras aulas, más que nunca necesitadas de figuras que sirvan de orientación y de guía.
¿Qué entendemos por «construcción de la realidad»? Sostenía Jerome Bruner, uno de los principales artífices de la revolución cognitiva, que la realidad no reside en la cosa, ni en la cabeza, sino en el acto de discutir y negociar sobre el significado de esos conceptos. De modo que las «realidades» de la sociedad y de la vida social son productos del uso lingüístico. A partir de estas premisas y basándose en trabajos sobre teoría literaria, lingüística, antropología simbólica, psicología cognitiva y del desarrollo, Bruner elaboró un nuevo enfoque para el estudio de la mente y realizó sus exploraciones en torno a lo que él llamó el «pensamiento narrativo».
Hasta los años ochenta, la ciencia cognitiva se había centrado demasiado en los aspectos sistemáticos y lógicos de la actividad mental, dejando al margen los mecanismos decisivos para los actos humanos de la imaginación, que nos permite dar sentido a la experiencia. En este ensayo de culto, Bruner argumenta que existen dos modalidades de funcionamiento cognitivo, la paradigmática o lógico-científica y la «modalidad narrativa» (a la que se debe la existencia de buenos relatos, obras dramáticas imperecederas, mitos y crónicas históricas), y se centra en ésta última para desarrollar su concepto de la mente como instrumento para crear mundos posibles.