Basándose en las investigaciones más recientes, una concisa panorámica del Tercer Reich. Tras analizar los factores que hicieron posible el ascenso del nacionalsocialismo y la instauración de la dictadura, la parte principal del ensayo se dedica a los años que van de 1939 a 1945, un periodo en el que la historia alemana se expande hacia una dimensión europea y mundial.
Pese a la autocomplacencia de muchos de sus cultivadores, no es un secreto para nadie que tanto la crítica de literatura y pensamiento como el llamado periodismo cultural están bajo mínimos, en parte por la precarización de los medios pero también o sobre todo por las evidentes carencias de las plumas que se limitan a ejercer como terminales de propaganda. En este panorama degradado sobresalen tanto más los autores que recogen el testigo de los grandes para combinar el conocimiento y la independencia de criterio, lejos de la corrección y los lugares comunes. Caracterizada como de costumbre por la variedad, la erudición y la ironía, la nueva recopilación de ensayos de Juan Bonilla se abre con una colección de ácidas y chispeantes notas, seguidas de aproximaciones a Unamuno, Kafka y Borges. Reflexiones sobre la fotografía, las humanidades y la ciudad completan un amenísimo volumen donde el jerezano derrocha originalidad, brillantez y frescura, cualidades que han convertido al narrador y poeta en un crítico y articulista ineludible. «Los libros son espejos: No puede un simio que se asoma a ellos esperar que quien salga reflejado sea un apóstol. Lo dijo Lichtenberg, y sin embargo… Quizá los grandes libros son precisamente los antiespejos: muestran a los simios que se asoman que en todos ellos hay algo de apóstol, y sobre todo les recuerdan a los apóstoles que van a contemplarse que al fondo de sus ojos sigue habitando un simio».
La fabulación es tan antigua como la humanidad, y su práctica, inherente a nuestra naturaleza, merece ser valorada. Pierre Bayard, conocido internacionalmente por su ensayo "Cómo hablar de los libros que no se han leído", nos advierte, apoyándose en maravillosos ejemplos (protagonizados por figuras como Hannah Arendt, Orson Welles o John Steinbeck), de los peligros de nuestra búsqueda obsesiva de la objetividad y la veracidad. Apelando a un lector crítico, defiende que, aunque está muy bien preocuparse por las informaciones falsas, es un error considerar el resto de las informaciones como "verdaderas" y como actos de fe en lugar de hipótesis e interpretaciones.