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DICTAMENES

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EL DERECHO DE GRACIA ANTE LA JUSTICIA

“El juez que examina la causa de un acusado juzga al hombre en general, y a un hombre en particular. Es un error suponer que todo es individual en el caso presente, y que, porque hay allí solamente una persona, no se trata más que de un individuo. El proceder de aquel individuo no puede ser apreciado sino en virtud de las leyes de la humanidad; por ellas se sabe que hay mal y bien, que conoció el mal que hizo y que pudo elegir el bien. Resulta que el fundamento del juicio está en el conocimiento de las leyes morales del hombre; que se trata de aplicarlas a un hombre; y aunque en la aplicación deben tenerse presentes las circunstancias particulares del individuo, no se ha de prescindir, ni es posible, de que pertenece a la humanidad y de que está sujeto a sus leyes morales como a las físicas. Conocimiento del bien y del mal, poder de hacer lo uno u otro, tal es el fundamento de la responsabilidad moral, y de la legal, cuando se exige. Por las circunstancias del hecho, y por otras anteriores y posteriores a él, partiendo de las leyes generales de la humanidad, el juez ha de apreciar si el individuo acusado supo el mal que hizo y quiso hacerlo. Todas las diferencias individuales, todas las circunstancias atenuantes o agravantes dependen del conocimiento mayor o menor que tuvo del mal que hacía, y de su libertad más o menos completa. La falta ele conocimiento o de libertad pueden ser tales, que el agente del daño, inconsciente o perturbado, se considere para la responsabilidad como cosa más bien que como persona. Entre la carencia absoluta de conocimiento y de libertad, y el conocimiento perfecto y libertad completa, hay muchos grados que al juez toca apreciar, y esta apreciación es una de las dificultades del fallo justo”.
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EL CIRCULO EN EXPANSION

¿Qué es la ética? ¿De dónde vienen nuestros valores morales? ¿Se basan en emociones, en la razón, o más bien en una especie de sen­tido innato de lo correcto e incorrecto? Para muchos científicos, la clave para responder a estas preguntas reside exclusivamente en la biología, y en especial en las teorías darwinistas sobre evolución y superviven­cia. Pero si la evolución no es sino una constante lu­cha por sobrevivir, ¿por qué existe el altruismo? En su ya clásico estudio "El círculo en expansión", Peter Singer defiende que, aunque el altruismo tiene su origen en el impulso transmitido genéticamente de proteger a nuestros semejantes y a los demás miembros de nuestra comunidad, se fue desarrollando has­ta dar lugar a una ética consciente que impulsa un círculo moral en expansión. Así, y partiendo tanto de la filosofía como de la psicología evolutiva, el autor demuestra que la ética humana no puede explicarse sin trascender la biología, puesto que es nuestra razón la que posibilita el progreso moral. Esta edición presenta un nuevo epílogo en el que, a la luz de los recientes descubrimientos en el campo de la evolución de la moral, Singer retoma y actualiza algunos de sus argumentos.
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