Al comprar una casa en la isla de Hidra, la escritora Charmian Clift cumplió un sueño largamente acariciado: echar raíces en un puertecito de aguas cristalinas, luz cegadora y costumbres sencillas, lo más parecido a un paraíso en miniatura. Allí, Clift y su marido pronto ocuparon el centro de una comunidad de artistas y bohemios, soñadores y vagabundos que buscaban en Grecia una vida barata y sin ataduras, consagrada a la creación o a la vagancia. Entre ellos destacaría un todavía desconocido Leonard Cohen, al que el matrimonio acogió e inspiró con su ejemplo. Pero, como todo paraíso terrenal, el de Clift tenía un precio. Los días se le iban en poner coto al caos doméstico y en cuidar de sus tres hijos, los ingresos que generaban los derechos de autor eran exiguos, y las tabernas y el alcohol eran una distracción constante. Después de los pobres creativos llegaron los ricos y sus yates, y un buen día una legión de norteamericanos desembarcó en Hidra para rodar una película de Hollywood. Aquel rincón idílico se había convertido en una isla chic.
Los buscadores de loto es la crónica apasionante del nacimiento y la disolución de una utopía, de una época efervescente en la que Hidra fue un laboratorio social y artístico en el que experimentar con formas de vida distintas, antes de que el turismo y la modernidad más ramplona interrumpieran un sueño que parecía eterno.
La trepidante odisea del manuscrito maldito del Marqués de Sade, una obra descrita como «el evangelio del mal»
A primera hora de una mañana de noviembre 2014, dos semanas antes del bicentenario de la muerte del marqués de Sade, veinte policías de paisano salieron de entre la niebla y atravesaron las imponentes puertas rojas del gran Museo de Cartas y Manuscritos de París. El hombre al que buscaban era Gérard Lhéritier, el «rey de los manuscritos», acusado de hundir la venerable industria anticuaria francesa con una presunta estafa piramidal valorada en cientos de millones de euros. Durante años, este empresario había estado comprando manuscritos históricos y su fondo acaparó obras escritas por personajes como Napoleón, Einstein y otros. Pero el manuscrito que precipitó su caída fue una cosa diminuta de poco más de diez centímetros de ancho; un ajustado pergamino de escritura tan minúscula que es casi imposible de leer. Una obra que, según algunos, incluido Lhéritier, está maldita.
Odio a los indiferentes es un texto de juventud de Gramsci publicado en 1917 que cobra hoy más sentido que nunca. Éste abre una recopilación de artículos y discursos de Gramsci que devienen testimonio perdurable e inspirador de la lucha contra fenómenos como la apatía o la sumisión a poderes establecidos que coartan la libertad del ciudadano.
En esta antología encontraremos críticas a la intolerancia y al arte del fingimiento en la política, respuestas en contra de algunos prejuicios atribuidos a la izquierda como su aversión a la institución familiar, proclamas a favor de la independencia judicial y quejas contra la inacción de los gobernantes.
Textos brillantes e imperecederos que ponen de manifiesto la altura intelectual del que fue uno de los más originales y brillantes pensadores del siglo XX.