Hace más de cuarenta años Fraser publicó por primera vez este libro, que ofrece una narración distinta de la guerra civil española: brinda el «testimonio colectivo» de quienes participaron en la contienda o la sufrieron en sus carnes. Destaca la importancia de lo subjetivo, la recreación de un ambiente, de un clima, de una memoria personal no siempre coincidente con la «verdad» histórica, pero que nos acerca a la «realidad» del conflicto con una viveza estremecedora. Esta aproximación dota al libro de una fuerza y un frescor que se mantienen intactos más de cuarenta años después, cuando tantos otros libros sobre la guerra civil nos parecen irremediablemente condenados al olvido.
¿Le conocen por las maletas que se echa a cuestas? Probablemente lo hizo esta mañana. En algún punto entre su primer paso y el último para cruzar el umbral, usted tomó quipaje. Fue hasta el dispensador de maletas y cargó unos cuantos bolsos. Pero este dispensador no es la correa transportadora del aeropuerto. Es la de la mente. Y las valijas que tomamos no son de cuero, sino de cargas. La maleta de la culpa. El baúl del descontento. La mochila de la ansiedad y un bolso de tristezas colgado del hombro. Añádase un maletín de perfeccionismos, el saco de la soledad y la bolsa de lona del temor. No es raro que estemos tan cansados al final del día. ¿Hacia dónde podemos volvernos en busca de ayuda? ¿Qué le parece si consultamos a un viejo amigo, el Salmo Veitnitrés?