Imagina un mundo en el que una vasta red de incels y otros misóginos son capaces de operar prácticamente sin ser detectados. Estos extremistas cometen actos terroristas deliberados contra las mujeres. Los adolescentes vulnerables son entrenados y radicalizados. No tienes que imaginar ese mundo, ya vives en él. Quizá no lo sepas porque no nos gusta hablar de ello, pero ya es hora de que empecemos. En este libro urgente e innovador, Laura Bates, autora de varios best sellers y fundadora del Proyecto Sexismo Cotidiano, se adentra en la clandestinidad para sacar a la luz vastas redes y comunidades misóginas. Una inmersión profunda en el extremismo mundial. Sus entrevistas con miembros de estos grupos y con las personas que luchan contra ellos ofrecen una visión única del funcionamiento de este movimiento. Las ideas se difunden desde los rincones más oscuros de Internet —a través de trolls, medios de comunicación y celebridades— hasta las escuelas, los lugares de trabajo y los pasillos del poder, pasando a formar parte de nuestra conciencia colectiva. Sin censura, y a veces tan chocante como aterradora, esta es la incómoda verdad sobre el mundo en que vivimos. Y sobre lo que debemos hacer para cambiarlo.
¿Por qué se va la gente de las ciudades? Porque la echan. Una multitud de factores, desde el precio de la vivienda hasta los efectos del turismo, empujan a las personas a abandonar los espacios urbanos concentrados. Poco a poco, las ciudades se vacían y envejecen. Lo extraño es que no lo notamos, porque el flujo constante de personas nos hace sentir que todo está lleno, en especial los centros históricos, reconvertidos en parques temáticos.
El rentismo ha sustituido a la producción. La ciudad se ha convertido en un tablero de Monopoly que expulsa a los que no pueden pagar. ¿Por qué apostar por los habitantes de clase media cuando la especulación, el turismo o el consumo desaforado en domingo resultan más provechosos? Las ciudades ya no anhelan construir el futuro; buscan rentabilidad.
Verónica es una mujer que ha desatendido su eros y acarrea una depresión invisible, pero no se ha resignado a que su vida siga el rumbo predeterminado por nuestra sociedad heteropatriarcal. Así, nos conduce por su camino de recuperación del eros perdido y, con él, el de la recuperación de la libertad, el placer y una sexualidad transgresora.
Guiada por las lecturas de diferentes teóricas feministas, desde Virginie Despentes a Betty Friedan, de Sara Ahmed a Brigitte Vasallo, Verónica nos relata sus experiencias, en las que se incluyen la contratación de trabajo sexual, las maravillas de la menopausia gozosa y los beneficios terapéuticos del consumo de MDMA, para que la acompañemos hasta un escenario vital radicalmente distinto del que partía.
Con una prosa poética situada dentro de lo que la autora denomina «autoficción académica», Y a lo mejor contarlo pretende demostrar que podemos vivir de un modo diferente al que creemos que estamos obligadas. Para ello, no solo tenemos que atrevernos a innovar, sino que también es imprescindible contarlo para así servir de ejemplo para todas aquellas que piensan que es imposible vivir de otra manera.